Hoy se cumplen 10 años de la emisión initerrumpida de la canción LONGPLAYER.
Se emite desde un ordenador en un faro londinense (Trinity Buoy Wharf) desde el 31 de diciembre de 1999 y, sin pausa, se seguirá emitiendo hasta el 31 de diciembre de 2999: 1000 años de música, 100 años de una canción compuesta por Jem Finer.
La música parte de unos instrumentos peculiares: cuencos de metal que producen un sonido relajante y atemporal para los 1000 años venideros. Ninguno de nosotros (no está demostrado, como dice Punset, pero es probable) estaremos aquí para ver cómo vuelve a comenzar, como es la intención de la fundación tras los 1000 primeros años,.
La canción no tiene letra, pero podría sugerir desde aquí que se utilice un poema de Borges:
Mirar el río hecho de tiempo y agua
Y recordar que el tiempo es otro río,
Saber que nos perdemos como el río
Y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
Que sueña no soñar y que la muerte
Que teme nuestra carne es esa muerte
De cada noche, que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
De los días del hombre y de sus años,
Convertir el ultraje de los años
En una música, un rumor y un símbolo,
Ver en la muerte el sueño, en el ocaso
Un triste oro, tal es la poesía
Que es inmortal y pobre. La poesía
Vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
Nos mira desde el fondo de un espejo;
El arte debe ser como ese espejo
Que nos revela nuestra propia cara.
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
Lloró de amor al divisar su Itaca
Verde y humilde. El arte es esa Itaca
De verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
Que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
Y es otro, como el río interminable.