Una casa en Thornwood, de Anna Romer

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Clasificación: Novela
Editorial: Suma / Penguin Random House

Es propio de bibliotecarios y de la crítica ir acotando autores y obras de manera que cuando nos hablan de uno de ellos enseguida sepamos en qué estantería, sea física o mental, se encuentra el libro o autor. Esto facilita mucho el tener una idea más o menos aproximada de qué tipo de libro se está hablando.
A esto le encuentro, a vuela pluma, dos contrapartidas. La primera, que el autor o autora quedan inmediatamente encasillados de forma que el lector esté esperando un tipo de libro que cubra las expectativas facilitadas por la crítica. Algo parecido ocurre con actores y actrices. Nos choca mucho ver de malo a uno que siempre hace de bueno o de monja recatada a quien ha interpretado papeles promiscuos. El segundo contratiempo consiste en que la literatura moderna cada vez es más difícil de clasificar ya que cada vez los géneros son más híbridos y pueden ser sumados a una u otra corriente con la misma precisión y de manera correcta. Por ejemplo, obras policíacas que también son históricas. Obras bélicas que también son de fantasía, etc.
Digo todo esto porque la obra que hoy recomendamos, Una casa en Thornwood, de Anna Romer –Editorial Suma / Penguin Random House- se presenta de tal manera que, siendo uno un varón que no quiere dejar resquicios a malas interpretaciones, tan de moda hoy en día, puede dar cierto reparo. Letras de color rosa, solapas tan rosas como las letras y una presentación decantada claramente por la lectora podría restar lectores masculinos que, a la vista de lo leído, podrán leer la historia con un disfrute absoluto de la misma.
Suelo decir en estos casos que las novelas tan decantadas, en manos de un lector masculino, ayudan a comprender a hermanas, novias, madres, compañeras de trabajo o cualquier otra persona que a veces nos resulta desconcertante porque ve las cosas de una manera distinta a la nuestra. Creo que a fuerza de leer este tipo de novelas he llegado a entender posturas que desde una óptica futbolera y de cole de curas, que también tengo, me habrían resultado muy difíciles de asimilar. Por eso, creo que es un error cerrarse, tanto ellas a leer a autores tipo Juan Manuel de Prada, Francisco Umbral o similares y nosotros, a autoras como nuestra escritora de hoy, Anna Romer, Isabel Allende o Carmen Laforet, por poner tres ejemplos.
La trama parte de una herencia a la muerte de una pareja con la que la protagonista ni se casó, Tony, que deja una casa perdida en medio de la nada en Australia tanto a su hija como a su ex. Una vez allí aparece un segundo protagonista in absentia, otro fantasma –Samuel- que da a la novela un nuevo toque, en este caso a caballo entre lo policíaco y el thriller, que confirma que una de las características de la nueva literatura es, sin duda, la mezcla de géneros.
Pero para protagonistas, ellas. Audrey es un personaje moderno, independiente, una fotógrafa que lucha duro por salir adelante y que se adentra en la aventura sin pensárselo demasiado con la compañía de su hija –Bronwyn- Una niña de 11 años que nos demuestra que a esa edad, ellas están ya en otras cosas mientras nosotros avanzamos poco más allá de los Ronaldo, Messi o Fernando Torres.
Y si hablábamos de Samuel como un fantasma, hay otro que con sus cartas y diario se convierte en narradora más, también in absentia ya que su asesinato es el que da el toque policíaco comentado, es Aylish.
En fin, en vez de seguir presentando personajes les comentaré que el aspecto formal es algo contundente pero al ser el ritmo de lectura rápido, a pesar del paisajismo ya difícil de ver en la literatura del XXI, acabarán la lectura en un plazo razonable y el esfuerzo habrá merecido la pena. Además, la letra es muy cómoda, las pastas flexibles ayudan un poco a adaptar el libro a carteras, bolsos o bolsillos grandotes y, si alguno de mis lectores aceptara el reto le pido que comente la experiencia, un comentario no cuesta nada y tengo curiosidad por saber su opinión. Que la disfruten.

Adolfo Caparrós Gómez de Mercado