Así que recurrimos a la tan admirada pintura a la tiza blanca para devolverle, nuevamente, la luz perdida.
Podíamos haber pintado también su interior, pero la dejamos en su estado, previa limpieza de los restos de pintura que chorrearon y que se observan en la siguiente instantánea.
Siempre guardamos conchitas de nuestras vacaciones playeras, y estas caracoladas iban a formar parte de nuestra renovación.
Con silicona caliente las adherimos a nuestra cesta hasta formar un dibujo sin muchas pretensiones...
Un triángulo invertido que se adaptaba a la hendidura central de nuestro recipiente.
Este sencillo diy nos sirvió para ampliar nuestro centro de mesa compuesto de plantas diversas. Su tamaño le venía al pelo a dos pequeños cactus que aún no habían encontrado su macetero.
Esperamos os haya gustado y servido de inspiración. Os deseamos un buen descanso, si podéis, este frío y (esperamos, que hace falta) lluvioso fin de semana.¡Hasta el lunes!