Revista Educación

Una chica, a lo lejos (en julio)

Por Siempreenmedio @Siempreblog

2012-12-22 12.09.18Las adelfas de los jardines derraman ese olor suyo, tan característico. Los flamboyanos han explotado en una marea roja, hiriente a la vista. Y el sol, el sol cae sin piedad, a plomo, sobre las calles y las aceras, sobre los coches aparcados y las sombras distraídas. Es julio, el calor, la maresía de vez en cuando, la calima que recuerda que somos África a trozos. El olor seco de los arbustos secos. Y quizá al atardecer una chicharra ya cantando, o un grillo, o unas ranas en un estanque.

Y en ese Norte la capa blanca de la panzaburro. Y todo el mundo quejándose del alisio y de las nubes. Las banderitas de colores de las calles del Puerto, la espuma de las olas esperando a que embarquen la virgen. Las tardes eternas. El verano. Y la ventana abierta, y las sábanas revueltas, y la respiración en el otro cuarto y de vez en cuando, rasgando la noche unas palabras en el ala del sueño.

Todo parece una pesadilla y añoro quizás la lluvia, la brisa fresca y la caricia de los rayos de sol entrando por la mañana en un día nublado.

Vendrán ahora muchos días soleados, arena en los tobillos, el salitre en la espalda, y una chica a lo lejos paseando un perro por entre el malpaís, con un libro en la mano. A lo lejos.

 


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