Revista Cultura y Ocio

Una chica es una cosa a medio hacer. Eimear McBride

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Una chica es una cosa a medio hacer. Eimear McBride

     A veces uno lee sobre un libro mucho antes de tener la oportunidad de leer el libro. Eso es lo que me sucedió con el libro que hoy traigo a mi estantería virtual. Se trata de "Una chica es una cosa a medio hacer".

     Una niña nos cuenta su historia. La de una persona que es abandonada por su padre en un pueblo de la Irlanda rural y es criada por su madre junto a su hermano discapacitado al que habla. Tras ser violada por su tío, siendo aún menor de edad, y con la educación terrible recibida, desarrolla un comportamiento sexualmente agresivo y destructivo que se lleva hasta la universidad, usándolo.

     En fin, todo eso y unas cuantas cosas más.

     Un libro no es un artefacto literario. Lo siento, pero no. Y tampoco es un experimento. Un libro es en todo caso un conjunto de hojas que encuadernadas, forman un volumen. Y el resto son tonterías que vamos diciendo ya sea en el camino romántico, "es una puerta a otro mundo", o en el cultureta, "artefacto". Y ya si el libro proviene de una pluma irlandesa y está escrito de una forma peculiar, es porque el autor o autora es heredero de Joyce. Madre mía, qué previsibles somos... Y es que a mi, que soy lectora reincidente de Joyce y relectora confesa, ni me atrae ni me impresiona este tipo de comparaciones. Pero vayamos con el libro.

     En esta primera novela nos encontramos con una narradora sin nombre que se dirige a su hermano. Ese niño que queda perjudicado tras extirparle un cáncer en la cabeza y que se convierte en una suerte de oasis para ella. O tal vez el Dios al que la sociedad irlandesa y su madre rezan y del que ella se va separando. Y sigo esto porque más que una charla, la novela parece una confesión descarnada que se convierte a ratos en algo complicado de seguir leyendo. No ya por cómo lo cuenta, es lo que relata. Porque de todas las cosas que pueden afectar a un lector, pocas o ninguna faltan aquí. Incluído el relato típico de la sociedad irlandesa. La autora además juega con el lenguaje de forma fragmentada, con sonidos que estorban o ayudan, eso ya va en función de quien lo diga, pero que a mi me han parecido un simple intento de llamar la atención de un sector cultural que, al igual que el emperador de la fábula, no es capaz de decir que no ve el traje invisible.Y es que entiendo lo que dice, y también veo lo que intenta. Veo las frases cortas buscando el impacto, veo las palabras que se emiten cuando no hay palabras para expresar algo y también la crudeza sobre la violencia o el sexo. Los elementos los veo y están ahí, incluso veo perfectamente la deriva que toma el comportamiento de la joven, quizás ese sea realmente su elemento más moderno aunque tampoco es original, en el que descubre una suerte de poder propio. Y el drama... ay, es todo drama aunque nos lo tiren a pedradas. Y sin embargo, la novela no ha conseguido transmitirme demasiado. Ni siquiera me ha causado la molestia suficiente como para dejar de leer. Si este libro es un experimento, no me cabe duda de que en mi caso, sería fallido. 

     Una chica es una cosa a medio hacer es un ejercicio literario de combinación de elementos que no siempre eligen la forma acertada. O quizás sea yo. Pero no he terminado de disfrutarlo. Si acaso, lo he mirado con más curiosidad a medida que avanzaba. Por eso me encantaría leer opiniones encontradas con la mía, a fin de cuentas, para eso estamos aquí.

     Y a vosotros, ¿no os encantan las opiniones que no coinciden con la vuestra en cuestión de libros? A mi me parece que es una forma fantástica de apreciar otras aristas.

     Gracias.


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