Muchas formas son ya en las que hoy en día interaccionan robots y personas, aunque cabe esperar un importante desarrollo en los años venideros. No obstante, y aunque es bastante sencilla, me ha gustado, dado que ayuda a poner orden, una clasificación que se menciona en el libro 'Social robots: Technological, Societal and Ethical Aspectos of Human-Robot Interaction', editado por Oliver Korn y cuya esencia se recoge en la figura (tomada de la fuente citada):
En la figura vemos tres niveles.
En primer lugar tendríamos la mera coexistencia, es decir, robots y humanos comparten el espacio y el tiempo pero realmente apenas interaccionan. En esta situación, no obstante, sí que son muy importantes las medidas de seguridad para evitar el daño a los humanos. Se trata de la situación que podemos encontrarnos en fábricas altamente robotizadas como las plantas de montaje de automóviles.
El segundo nivel es el de cooperación. En ella, humanos y robots trabajan por un objetivo común estableciendo una división de trabajos entre lo que hacen los robots y lo que lleva a cabo un humano y no existe por tanto una clara dependencia mutua.
Finalmente, llegamos a la colaboración, donde realmente sí hay una interacción intensa entre humanos y robots, ya que en este caso, ambos trabajan conjuntamente, con contacto, y con una división de tareas que es continua y dinámica y donde se espera que haya sinergias provenientes de la interacción.
Si volvemos a los entornos industriales, los modernos robots colaborativos o cobots podrían servir para implementar un escenario tanto de coexistencia como de colaboración.
Se trata, ya lo vemos, de una clasificación simple, puede que incluso simplista, pero que ayuda a estructurar un área de conocimiento y trabajo emergente, y la estructuración siempre es de agradecer.