Revista Sociedad

Una conciencia FastFood

Publicado el 08 septiembre 2015 por Salva Colecha @salcofa

Parece que tenemos asumido eso de vivir una existencia Fast Food. Vamos como autómatas por la calle. Engullimos pseudoalimentos que parece ser que nos enferman pero nos mantienen vivos (o algo parecido). Todo para ganar un tiempo que empleamos en “hacer nada”. Nos cruzamos con amigos de Observa-cada-cosa-como-si-ocurriese-por-primera-vezcarne y hueso a los que hacemos menos caso que a los del Facebook y, como mucho, nos limitamos a levantar la cara, así al estilo morlaco. Estamos acostumbrados a encerrarnos en nosotros mismos (o nos han acostumbrado, que no es lo mismo) y sólo dar señales de vida mediante hastags o instagram. Se han perdido las formas y sobre todo las ganas de compartir un minuto con quien sea, no vaya a ser que se acabe el mundo, nos hemos instalado en un perpetuo “Take Away” en el que somos unos zombis y eso puede resultar muy práctico según para quién. ¿Sabes que es el Mindfullness? Pues bueno, nosotros hacemos todo lo contrario.

Nos hemos disgregado, transformado en ermitaños huraños que han olvidado que somos seres sociales, gregarios incluso que necesitan a la tribu. Si no fuese así no hubiésemos pasado de la época

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en la que corríamos delante del tigre de dientes de sable (que tiempos aquellos), ahora seguro que el bicho se nos zampaba para merendar, con dos rebanaditas de pan con tomate sin que pasase nada.

¿Crees que las prisas que tenemos son algo normal? Yo, que vengo del mundillo de la bici, siempre digo que un ritmo es cuestión de tiempo, seguramente puedes correr un ratito persiguiendo a Fabio Aru pero lo pagarás caro porque has “estirado más el brazo que la manga”. Igual por eso estamos tan espachurrados. Está visto que esta velocidad sin sentido que nos han inducido afecta a nuestra cabeza y a la forma de ver lo que nos rodea. Mal asunto. Tampoco es cuestión de encerrarse en un monasterio Zen aunque sí estaría bien dar un vistazo, sólo un ratito, a eso de la meditación porque si seguimos por este camino además de no llegar a viejos, nos deshumanizamos y nos transformamos en borregos (igual a alguien le ha parecido genial la idea).

Nos hemos metido en aquello de consumir y olvidar, a digerir noticias al estilo “McAuto”. Estamos acostumbrados al zarpazo informativo demoledor en el que algo es “tremending topic” a las doce y a los cinco minutos, ni se menciona. Encendemos la tele, nos horrorizamos, se nos pasa, y después nos horrorizamos de nuevo con otra cosa y vuelta a empezar como en un ciclo del espanto ¿me equivoco?

Parece que nos han esculpido en el cerebro así “cloc, cloc cloc” aquello de “usar y tirar”. Me explico, ¿Quién

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se acuerda de los subsaharianos que mueren al intentar entrar en España?¿Y de las concertinas esas que esta noche seguirán cortando la carne y los sueños de los que intentan saltar la valla? ¿Que ha sido de los “héroes” de la primavera árabe, alguno de los cuales andará ahora cortando cabezas por ahí como Robespierre? (De repente, García Margallo nos dice que es el momento de hablar con Al Àssad, el que decíamos hace unos meses que era un criminal porque exterminaba a su pueblo) Eso me hace pensar, y mucho, sobre la foto del niño sirio. Nos conmovió a todos, me arrancó el alma, puede que incluso un poco más porque mi “genio” tiene su misma edad. Pero ¿Por cuanto tiempo permanecerá en nuestra retinas? Espero que esta vez no olvidemos, que hayamos aprendido algo de una lección durísima.
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Espero que el asunto de los refugiados no acabe como un “Welcome mientras salgáis por la tele” y que de verdad hayamos evolucionado a ser capaces de empatizar con ellos. Puede que ahí esté la verdadera evolución y la supervivencia. Hay veces que envidio a los Suricata de Bioparc cuando veo que mientras uno vigila otros comen. Justo al revés que aquí, para que uno se cebe los otros pasamos hambre y miramos (bueno eso es otra historia).

Espero que esto no acabe cuando la rutina sustituya a la noticia y “si te he visto no me acuerdo”. Deseo que no nos anestesien el sentimiento de vergüenza y responsabilidad de estos días con otras distracciones que nos hagan olvidar de nuestra mente el que miles de personas huyen y juegan en pleno siglo XXI una partida de cartas con la muerte en la que, muchas veces, las cartas están marcadas por La Parca.


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