Revista Arquitectura

Una crítica a la normativa de la construcción

Por Federicogbarba

UNA CRÍTICA A LA NORMATIVA DE LA CONSTRUCCIÓNSolución de lamas para la corrección del soleamiento en el Hospital de Dolores. Federico García Barba y Cristina González Vázquez, arquitectos. La Laguna, Tenerife. 2005Una nueva normativa que afecta a la forma de los edificios y, especialmente, a las condiciones de la construcción y las instalaciones técnicas asociadas ha empezado a exigirse oficialmente en España desde hace ya algún tiempo. Es el denominado Código Técnico de la Edificación que, junto a todos aquellos documentos que lo desarrollan, constituye una nueva referencia de obligado cumplimiento para todos los profesionales que trabajan en el campo de la arquitectura.
Un importante esfuerzo administrativo que se expande año a año y cuyo objetivo programático ha sido, en principio, mejorar las condiciones en que se desenvuelve la práctica de la construcción en este país y que, sin embargo, es realmente un poderoso obstáculo para desarrollar una verdadera arquitectura de calidad al contener numerosísimos errores de concepto. El Código Técnico español es una colección de normas en las que se priman algunas ideas equivocadas sobre la sostenibilidad y también muchísimos planteamientos injustificados. En su conjunto, representa una concepción burocratizada de la profesión y traerá a largo plazo una progresiva perdida de la calidad de aquello que teóricamente se quiere mejorar.En el campo de la arquitectura y la ingeniería relacionada con las instalaciones, el Código Técnico de la Edificación se ha convertido en una verdadera pesadilla. Un instrumento administrativo más que exige un esfuerzo excesivo para la justificación de condiciones obligatorias. Contiene errores de bulto en relación a los objetivos pretendidos de mejora de la calidad constructiva y el avance en la sostenibilidad de las tecnologías aplicadas a los edificios.Vivimos en una época que avanza hacia una destrucción masiva de recursos esenciales, donde el exterminio originado por una civilización depredadora del entorno se pretende frenar o atajar con herramientas que no hacen sino complicar aun más la difícil situación que padecemos. Parece como si estuviéramos abocados inexorablemente a cumplir aquel segundo principio de la Termodinámica que decía que en cualquier sistema aislado la cantidad de entropía tiende a incrementarse en el tiempo. Considerando la entropía en términos más genéricos como la tendencia al caos y la inutilidad, está claro que, a veces nuestras acciones aceleran radicalmente este proceso.Casi podríamos asociar lo anterior con la continua referencia social y mediática al cumplimiento del protocolo de Kyoto y la necesaria reducción de gases de efecto invernadero. Unos lemas propagandísticos vacíos que están continuamente en boca de políticos, académicos y profesionales y a los que se dedican ingentes recursos que se quedan meramente en el marketing de las declaraciones o que suelen producir efectos contrarios a lo que se pretende. Sería conveniente exigir una mayor prudencia en la disposición de instrumentos no contrastados científicamente de una manera suficiente y que se plantean para alcanzar aquellos nobles objetivos.
UNA CRÍTICA A LA NORMATIVA DE LA CONSTRUCCIÓNEfecto benéfico de la acción de la humedad proveniente de las nubes en el clima del Norte de la isla de Tenerife. Gráfico: Francisco Ferrer, Universidad de La LagunaOtro de esos elementos de distorsión es el movimiento que se agrupa tras la bandera de la sostenibilidad en arquitectura como factor transformador y de progreso. Un esfuerzo colectivo que está derivando en aberraciones técnicas por estar liderado por quien no tiene los conocimientos adecuados. Este es un campo en el que multitud de esfuerzos con pretensiones de veracidad han surgido para acabar creando un confusionismo enorme al no estar suficientemente avalados científicamente. La presencia aquí de intereses económicos no explicitados claramente está teniendo también consecuencias funestas. Y como ejemplo de ello pueden presentarse los innumerables materiales y soluciones que nominalmente sostenibles no coinciden claramente con esos objetivos que pretenden defender, y que son apoyados vehementemente por los intereses de la industria de la construcción y las instalaciones técnicas.La construcción residencial es un sector que consume muchísimos recursos y lleva inserta la aportación de una gran cantidad de energía. Tanto la producción de los materiales necesarios, como su transporte y disposición en los edificios supone un consumo energético muy elevado. Algo que también se produce con la renovación y reconstrucción que se hace a veces por razones meramente especulativas y que no tienen nada que ver con la durabilidad real de los edificios. Este es un apartado que representa una parte considerable del despilfarro incremental de recursos naturales en el que estamos inmersos.Pero otra gran parte de este derroche, que se relaciona con el consumo de energía, viene directamente relacionado con el mal diseño y el empleo de todo tipo de ideas equivocadas en la proyectación de la propia arquitectura, tanto constructivas, estéticas como, simplemente, de baja calidad técnica en las soluciones de los edificios. Últimamente, se han vuelto a defender las llamadas estrategias pasivas en la fase de proyecto de obra, orientadas a la disminución del consumo energético y garantizando siempre condiciones de confort ambiental adecuado. Es lo que algunos denominan arquitectura bioclimática, en una adjetivación confusa al menos En las estrategias pasivas de diseño arquitectónico tiene un papel fundamental el análisis y comprensión de tres elementos que configuran el confort climático de los lugares en relación a las personas: el soleamiento, la humedad relativa y la temperatura. Factores éstos, esenciales en la configuración del clima de los territorios y que presentan diferencias muy importantes entre las distintas regiones del mundo como en el transcurso de las estaciones. Las formas constructivas que atienden a la corrección del soleamiento y a la protección frente a las otras inclemencias atmosféricas constituyen, por así decirlo, un repertorio de recursos formales que han diferenciado históricamente las respuestas arquitectónicas entre unos lugares y otros. Constituyen un abanico de recursos casi estéticos, cuyo empleo contemporáneo simplemente imitativo ha conducido a infinidad de aberraciones constructivas y a problemas de climatización forzada casi insolubles en algunos casos. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el empleo de fachadas acristaladas en muro cortina, sin protección solar en los climas tropicales.
UNA CRÍTICA A LA NORMATIVA DE LA CONSTRUCCIÓNSolución errónea y optima para el posicionamiento de los edificios respecto al sol en invierno y verano en la zona de Miami. Esquema realizado por Victor Olgvay para Arquitectura y ClimaDeterminados autores han estudiado este problema proponiendo soluciones que tienen una influencia decisiva en la forma de las edificaciones y la arquitectura. Un precedente ha sido el esfuerzo del norteamericano Victor Olgvay, cuyo libro Arquitectura y Clima de 1963 es una referencia fundamental para comprender el alcance de estas cuestiones que afectan profundamente a la arquitectura. En ese texto, Olgvay proponía el establecimiento de una zona de confort térmico teórico interior que valorará combinadamente una serie de elementos atmosféricos que influyen en la definición de un marco adecuado para los edificios. Entre ellos, la latitud del lugar y la forma en que se produce el soleamiento directo relacionado, la temperatura media diaria durante los distintos meses y estaciones del año, junto a la humedad relativa y la acción de los vientos predominantes. Todos estos factores definirían, según el autor, un perímetro de confort deseable situado entre los 21 y 25º Celsius y con una humedad entre 10 y 80 %, ajustable y mejorable con la ventilación y la acción de los vientos. En los esquemas de Arquitectura y Clima se aportaban también ideas para combatir los problemas derivados del exceso de penetración solar con simples soluciones constructivas que aumentarían las áreas de sombra en las fachadas y cubiertas de la edificación. También planteaba la posibilidad de utilizar la acción benéfica del arbolado y la vegetación, así como el estudio de la posición conveniente de los edificios en relación con la topografía existente en los lugares. Aportaba unos criterios simples y prácticos para mejorar la calidad del ambiente interior. Finalmente, la revisión de soluciones para la disposición inteligente de huecos y aislamientos permitiría contrarrestar también los efectos de las bajas temperaturas en climas continentales y extremos. Unas indicaciones que inmediatamente algunos podrían relacionar con la sabiduría y las estrategias que tradicionalmente han utilizado los constructores anónimos de la arquitectura popular.
UNA CRÍTICA A LA NORMATIVA DE LA CONSTRUCCIÓNLa ejemplificación de la zona de confort ambiental en la arquitectura. Victor Olgvay, 1963Más recientemente las propuestas de Olgvay se han concretado de una manera que profundiza en sus planteamientos científicos, mediante los denominados climogramas de bienestar. Uno de estos diagramas que ha tenido indudable fortuna es el que se ha denominado como climograma de Givoni (bautizado así en honor a su creador el arquitecto israelí Baruch Givoni). Con esta herramienta se analiza la calidad del confort climático atendiendo a los mismos condicionantes que Olgvay, pero estableciendo unos ámbitos de mejora posible de la calidad ambiental. En el climograma de Givoni, realizado para cada localidad concreta, se puede determinar cuales son las épocas del año en que es posible optimizar la calidad ambiental interior recurriendo solamente a elementos pasivos como el sombreado y la ventilación cruzada. Todo ello, de acuerdo a cartas específicas donde concreta el despliegue de la representación mensual de temperaturas y humedades conocidas en relación a la zona de confort estimada.
UNA CRÍTICA A LA NORMATIVA DE LA CONSTRUCCIÓNClimograma de Givoni aplicado a la situación climatica específica de Alcalá de Henares. Fuente: Esther HiguerasEsta es una de las técnicas más elaboradas para la determinación de soluciones térmicas apropiadas para los edificios, que se apoya en la determinación de las condiciones climáticas particulares de un entorno geográfico. La construcción del diagrama de Givoni parte del dibujo de la interrelación con la zona de confort establecida de humedades y temperaturas medias a lo largo de los distintos meses del año y, a partir de ahí, la definición de los ámbitos en que son necesarias mejoras que se conseguirán con distintas técnicas, desde la ventilación natural hasta el uso de maquinaria específica, finalmente y en último lugar.Por el contrario, las administraciones públicas españolas no han tenido en cuenta para nada estos criterios y experiencias en la exigencia de medidas para el control térmico y el confort interior de la edificación. La experiencia de Olgvay y Givoni ha sido ignorada a pesar de que es una técnica avalada y contrastada internacionalmente. Un recurso técnico que ha sido adoptado como patrón de referencia incluso por la American Society of Heating, Refrigerating and Air Conditioning Engineers (Asociación Americana de Ingenieros de Climatización).UNA CRÍTICA A LA NORMATIVA DE LA CONSTRUCCIÓNLa investigación sobre la forma en relación a las mejores condiciones de aprovechamiento térmico del soleamiento en una localización concreta. Sede del Ayuntamiento de Londres. Foster Ass.En 2006, el Ministerio de Vivienda español presenta el Documento Básico de Ahorro de Energía (DB-HE), en desarrollo del Código Técnico de la Edificación, por el que se trataba de hacer más sostenible la edificación en este país y así tratar de cumplir los compromisos contraídos en relación al Protocolo de Kyoto. Un objetivo loable para racionalizar el uso de la energía y su consumo relacionado con la construcción.Posteriormente, ha adquirido vigencia también el denominado Procedimiento de Certificación Energética de los Edificios y el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios, ambos promulgados por el Ministerio de Industria. De su lectura parecería que este último organismo quisiera potenciar unas soluciones técnicas de climatización que tienen que emplear maquinaria en cualquier caso, incrementando innecesariamente el consumo energético.El problema es que todos estos documentos de exigencia legal obligatoria parten de un error de concepto, que es la consideración exclusiva de la temperatura como elemento de medida de la calidad ambiental del interior de los edificios. Probablemente, sus redactores transcribieron acríticamente esquemas y criterios provenientes de la experiencia en las zonas septentrionales del continente europeo, donde el factor frío es muy importante. Sin embargo, en el sur mediterráneo y atlántico, el problema del soleamiento es la cuestión esencial.En este caso, una maraña legal y de dudosa validez científica está contribuyendo a establecer mayor complejidad en la redacción de los proyectos de arquitectura. Con ello se está obligando a incluir cálculos innecesarios y equivocados como parte obligatoria de la documentación exigible. Con toda probabilidad, el Código Técnico y sus Documentos Básicos van a producir, en muchos casos, el efecto opuesto a sus objetivos programáticos: una generación de edificios de peor calidad técnica y estética.

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