He hecho negocios desde siempre. Soy empresario y consultor/asesor de empresas desde hace más de 30 años. Y puedo decir con orgullo que nunca he pagado ni recibido una comisión bajo mano.
Sin embargo esa no es, por desgracia, la norma.
Sin ir más lejos esta semana pasada me enteraba de que un empresario al que habían comprado un solar le pedían una comisión los directivos de la caja de ahorros que se lo había comprado. Una caja de ahorros actualmente intervenida y nacionalizada.
Espero que mis lectores estén de acuerdo conmigo en que es una vergüenza y un cáncer para nuestra sociedad.
Los accionistas, los consejos de administración, deben asegurarse de que sus directivos son éticos. Y la mejor manera es conocerlos a fondo. Saber cuál es su trayectoria personal y profesional, saber qué hacen fuera de la empresa, saber si su patrimonio y sus gastos son acordes a sus ingresos, hablar con ellos más allá del entorno empresarial. En definitiva, hacer un esfuerzo por conocerlos, y si hay la menor sombra de duda, sacarlos de puestos de responsabilidad.
Está claro que, además, esa es una batalla de la sociedad, que debe ganarse desde la calle, desde las escuelas, desde los medios de comunicación.
Solo así seremos algún día un país creíble y de prestigio. Es ahí donde está la frontera entre el primer y el tercero mundo.