No rompas el jarrón, cariño. No, no le tires de los pendientes a mamá. No, la esponja no se muerde. No, mi vida, no, el mando a distancia no se lanza como si fuera una jabalina. No, a papi no se le pega. El juguete no se rompe. ¡Eso tampoco! ¡El enchufe! ¡El vaso! ¡La cristalera! ¡Álvaro, cuidado con la escalera! Ay. qué difícil es hacer una redada continua a un niño de 15 meses (¡mañana los cumplimos!). Cuando ya comprende el "no" pero vuelve a probar tu paciencia una y otra vez, cuando a pesar de haber puesto todos los mecanismos de seguridad del mercado los sabotea o encuentra peligros nuevos, cuando crees que no puede inventar nada más peligroso, cuando ya crees que se ha cansado de coger siempre las colillas y los cristales del parque, es cuando más creatividad y mano izquierda ha de tener un padre. Explicar las razones por las que no debe hacer algo, ser convincentes (aunque muchas veces den unas ganas incontenibles de reírse), usar un vocabulario que no resulte amenazador, ni excesivamente negativo, ni permisivo, ni pobre, buf, es tan difícil... Por el momento está bien diferenciar entre "caca" (las cacas de los perros del parque y lo que con grandes dificultades para que no se caiga nadie del cambiador le limpias del culete) "basura" (colillas, por ejemplo), "asco" (chicles usados) y "peligroso" (cristales, chinchetas). Después lograr que no lance objetos desde la trona o el asiento del coche (¿algún día lo lograremos?), que no rompa los libros de papá, que no se coma las revistas de mamá y así una lista interminable de situaciones donde hay que revisar qué decirle y mantener la compostura y también la postura (siempre la misma ante situaciones similares). Ay. Suerte que a veces obtienes recompensas a los esfuerzos, como cuando consigues que deje de pegar convenciéndole de que es más bonito hacer caricias en la carita de mamá, que si no...
Hoy que me preguntaba qué libro consultar para el tema de la obediencia y las normas me encuentro con este libro de una forma más que original. Nuestra amiga Pilar M. C. lo encontró en la librería del museo Reina Sofía junto a "Hijito pollito" y tuvo a bien regalárselo al peque como prenda de amor. Y es que me parece que la ha enamorado. ¿Cómo no va a quedar prendada un chica como Pilar con coqueteos varios, risas de pillín y travesuras de sinvergüencilla? Hoy mismo nos ha llegado un paquete deliciosamente envuelto a nombre de Guisantito. ¡Y con una preciosa dedicatoria en forma de carita redondita de bebé! Como se nota que es una artista. ¡Guapa, eres mu grande, así te lo digo!
Nos ha encantado el libro (y todo lo que le rodeaba: el envoltorio, el sobre a nombre de Álvaro, la dedicatoria, la foto que probaba que venía directamente de Madrid de pasar unos días con "Hijito pollito"...). Además hemos conocido a la editorial glocal La fragatina, que ha editado este precioso libro de Miguel Tanco con gran gusto y mimo. Te enamoras al abrirlo de las guardas, con animales de originales formas que se salen del papel de grandes que son (grrrrrrrrrrrrrrrrr, menudo león). Las ilustraciones se salen de lo habitual (nos hemos quedado boquiabiertos con los monos de cabeza cuadrada y colas ensortijadas en ángulos rectos, la poderosa y ardiente melena del león y los cuerpotes como enormes cacahuetes de los hipopótamos. Los colores son igual de sorprendentes (me debato entre el contraste del naranja-turquesa del león entre las flores o del fucsia-blanco y negro de la cebra a la que pintan de rosa los topos). Es un aire fresco este Tanco. Y el texto me viene al dedillo hoy que reflexiono tanto sobre el poder de los límites y el espacio a la libertad individual. El rey de la selva (claro, hablo del león, quién si no después de Disney), se siente sobradamente digno de su puesto. Es más, piensa que no ha aprovechado el cargo como podría y cree que quizá podría usar su vara de mando para hacerse la vida más fácil. Así es como empieza a poner normas al resto de animales: límites de velocidad, higiene personal, prohibición de ruidos molestos, etc. Al principio se le permite y obedece (es el rey, cómo negarnos), pero con el tiempo todos los animales se sienten defraudados y explotados, y finalmente la liebre estalla y pide democracia. Nadie ha decidido que sea el león el rey, se ha dado por hecho. Ante la injusticia todos los animales votan y resulta la jirafa digna de confianza de los demás para el puesto. Pero el poder es el poder, me diréis. Sí, cierto, y Tacón lo sabe. ¿Qué pensáis que le sucederá a la jirafa al sentirse por encima de los demás? Ah, no puedo contarlo. Para eso tendréis que leer este divertido y encantador libro de la editorial La Fragatina. Vale la pena. Hale. Y después a decidir cada uno cuál es el límite de los límites, cuánto bien logramos haciendo que calen las normas sociales en el superyo, cuáles son los mejores mecanismos de reproche sin caer en la dictadura ni el dejar hacer blandiblú. Ay. Qué difícil es ser reina de un cachorro de león.
Hoy, nos vamos a la casa de la playa: