Estuvimos unos días en un bosquecito monono con un mar en la costa atlántica de Buenos Aires llamado Mar Azul. Naturaleza a pleno.
Amaneceres solitarios y silenciosos, salvo por el sonido de las olas...
Despertares luminosos con el canto de los pájaros...
Playas amplias, generosas, para construir tantos castillos como las ganas y los sueños nos permitían...
Siestas amables, impregnadas de olor a bosque de pinos, eucaliptus y pasto mojado...
Familia ♥...
Naturaleza majestuosa, inmensa, indescriptible...
Muchos verdes...
... Y la inseguridad otra vez tocó la puerta...
y el descanso reparador luego de un año de emociones por demás intensas se fue a... (en este blog no se dicen malas palabras, pero ya se imaginan dónde) Se llevaron hasta mis ovillos y mis agujas de tejer. Y parece que ahí el robo es moneda corriente, porque el mismo día que fuimos a hacer la denuncia, en ese pueblito mínimo llamado Mar Azul hubieron 7 incidentes más... Menuda coincidencia!
Igualmente no me queda un sabor amargo, porque no pudieron sacarme lo verdaderamente importante: mis ganas y mi energía para seguir, que ahora laten con más fuerza. Así que, una vez más y todas las que sean necesarias: Allá Vamos!!!