«A dedo te mandan a una corresponsalía y a dedo te sustituyen», escribió en su Twitter la periodista catalana de TVE Anna Bosch cuando en 2012 la cesaron como corresponsal en Londres. Sustituyó a Miguel Ángel Idígoras, que se había acogido a una excedencia para dirigir la televisión autonómica vasca en 2009. RTVE alegó entonces, para justificar el cese de Bosch, que expiraba su contrato. Lo mismo que ahora ocurre con el periodista donostiarra, que volvió en 2013 por segunda vez a la capital del Reino Unido –la primera fue en 2007– para informar en TVE, tras su experiencia en ETB. Antes había estado destinado en la capital marroquí, en Rabat.
En 2015, los entonces responsables de los informativos en TVE optaron por no renovar el contrato de Yolanda Álvarez, corresponsal en Oriente Medio. Cierto es que, con anterioridad, el Gobierno israelí se había quejado de manera oficial por sus coberturas informativas sobre el conflicto palestino. Por esas fechas, ocurrió lo mismo con Gemma García, excorresponsal en Nueva York y Roma, que estaba informando para la televisión pública desde el Reino de Marruecos: se alegó también como causa la finalización de su contrato.
Lo expresado en su día por Anna Bosch encierra la más pura realidad. Las corresponsalías en el exterior son puestos de confianza y de libre designación de la Dirección de Informativos, como a su vez lo son los cargos en la redacción central o en los centros territoriales de RTVE. Por lo tanto, apelar a purgas, como se viene haciendo sin rubor, sobre todo desde hace un par de años, de manera insistente cada vez que se produce un relevo, resulta altamente pernicioso y profundamente engañoso. Da la impresión de que quienes en su día aplaudieron el cambio de arriba abajo del organigrama en RTVE, por ejemplo, en 2012, cuando el PP sustituyó al PSOE en el Gobierno de España, pretenden ahora que los cargos en la corporación pública sean algo de carácter vitalicio. Sé de lo que hablo en primera persona porque, ese año, fui cesado como director territorial de TVE en la Comunidad de Murcia, decisión que entendí y asumí tras haber ocupado esa responsabilidad durante más de un lustro.
Querer ver censuras, manipulaciones y vendettas constantes en los relevos no implica otra cosa que tener muchas ganas de enredar. Los corresponsales de TVE firman un contrato temporal cuando son designados, compromiso que tiene vigencia determinada y, por tanto, fecha de caducidad, como los yogures. Cinco años es un periodo de tiempo más que razonable, a la vez que resulta comprensible que los responsables de la dirección de los informativos lleguen a los cargos con ideas propias sobre con qué gente quieren contar para llevar a cabo su gestión. Otra cosa es que estos nos caigan mejor o peor a cada uno de nosotros, en función de su presunta competencia.
Por supuesto que Miguel Ángel Idígoras es un magnífico y contrastado profesional y buena prueba de ello es su dilatada trayectoria en RTVE, desde que ingresara en 1989, incorporándose al centro territorial del País Vasco. Dejará su cargo en Londres el 31 de agosto con la misma elegancia con la que lo ha desempeñado. Como Anna Bosch en su día, Idígoras lo anunció en su cuenta de Twitter, expresando que «la nueva dirección no cuenta conmigo para seguir como corresponsal en el extranjero. Y no se lo reprocho… Cada uno es libre de confiar en quien entienda oportuno. Así que vuelvo a mi tierra rebosante de satisfacciones familiares y profesionales. Y convencido, como siempre, de que lo mejor está por llegar». Algunos, al parecer, o no han debido o, más bien, no han querido entenderlo.