En el extremo sur de Devon se encuentra una de las ciudades más bellas de Inglaterra: Plymouth.
Es la ciudad costera más grande del suroeste de Inglaterra, se erige majestuosamente a orillas del Océano Atlántico, rebosante de innumerables atracciones y la historia más fascinante.
Si bien Plymouth no es el único tesoro de la costa anglosajona, su emblemático Canal de la Mancha o su riqueza cultural la convierten en una de esas ciudades icónicas que siempre dejan un regusto agradable. No hay nada como visitar la Torre Smeaton para entender esto.
Tiene uno de los faros más prestigiosos de Europa continental, con origen en los acantilados de Eddystone, donde se trasladó a Anchor en 1877.
Old Town Plymouth tampoco decepcionará a los visitantes.
En Barbican puedes encontrar cafés, restaurantes, tiendas y hasta una fábrica de vidrio artesanal. Calles empedradas y edificios atemporales se combinan en un ambiente encantador.
En la parte cultural, el Museo y Galería de Arte de la Ciudad de Plymouth sorprende a propios y extraños con obras de Stanley Spencer, John William Waterhouse y otros artistas del pincel de bolígrafo.
Es una ciudad con historia. Estas costas han sido testigos de innumerables guerras, aventuras coloniales y logros científicos. Entre estos últimos destaca la investigación de Charles Darwin, quien viajó con el Beagle desde Plymouth hasta las Islas Galápagos.
Francis Drake zarparía de esta hermosa ciudad costera para convertirse en el segundo hombre en dar la vuelta al mundo. También le debemos al propio Drake una de las mayores anécdotas de la historia. Cuando la Armada Invencible apareció en el horizonte de Plymouth en 1589, el pirata inglés captó la advertencia sin la menor perturbación. «Aún podemos terminar el juego. Luego venceremos a los españoles», asintió, antes de continuar con los bolos.S.XVII» ¡Simpático hijo de la Gran Bretaña…!
Los llamados Padres Peregrinos, cruzaron las tormentosas aguas del Atlántico para colonizar el Nuevo Mundo.
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