Magazine
Como dijo Antonio Machado: “españolito que vienes al mundo/ te guarde Dios,/ una de las dos Españas/ha de helarte el corazón". En este país de Celtiberia, o eres del partido de la rosa o del la gaviota; o eres de del Real Madrid o del Barça, o estás conmigo o contra mí. Y si no te gusta el futbol o elegir entre rositas o pajaritos, eres rarito, rarito y te embisten desde ambos sitios. Porque si no eres o piensas como yo, no eres un rival, eres enemigo a destruir, porque yo perderé un ojo, pero tú te quedas ciego.
Y si se te ocurre decir que qué problema hay en ser del puño y de la gaviota a la vez, o del Madrid o del Barça, te miran como a un loco sin remedio. Que digo yo que tal vez esa reacción visceral sea humana y por eso no hay forma de ser cristiano, judío y musulmán a la vez, y que si eso fuera posible (no veo por qué no), otro gallo cantaría, que los chinos y demás gente de ojos en rendija llevan muy bien tener varias religiones y no les pasa nada. Que además de destruir al rival, hay otras formas de acabar con los enemigos, seduciendo y englobando, que de eso saben mucho las mujeres, aunque parece que últimamente se les olvida y así va todo, manga por hombro.
Mucho dogmatico es lo que hay, que consejos vendo y para mí no tengo. Que cuando empezó lo de Yugoslavia, me decían que los primeros que des daban matarile era a los de en medio, a los que sólo querían estar en paz, y por eso fueron los primeros que se fueron, o al otro barrio o a otro país. Como aquí en Hispania, que no aprendemos, que tenemos guerras civiles sin cuento, que cuando en otros países hace siglos que pararon, aquí seguimos recordando la última como si nos hubiera sabido a poco. Y eso que antes de la última nos dimos bien de navajazos con la excusa de Napoleón y las tres guerras carlistas que siguieron. Y que además, le hemos pasado el virus a toda América, que hay que ver cómo están, que parecen igual que caínes que los españoles.
En fin, que enterrados en la crisis hasta las rodillas, lo que más nos pide el cuerpo es liarnos a garrotazos, como siempre. Pedazo de genio, el tal Goya. Genio y visionario.