Revista Deportes
Tras haber llegado de mis vacaciones en la playa con un mono de pesca impresionante, Gustavo nos propuso ir a por lucios un día. Buscamos una fecha que nos viniera bien ya todos ya que por estudios o trabajo no disponíamos de mucho tiempo libre. El día elegido fue un lunes ya que se está mucho más tranquilo en el embalse. Una vez decidida la fecha me toco echar unas horas extras estudiando para poder descansar dicho día.
El día antes prepare todos los cacharros para no tener que madrugar de más y me acosté temprano. A las 6:30 sonó el despertador, desayuné y salí por “patas”. A las 8 de la mañana estábamos ya en el punto de encuentro. Por un lado venía Gustavo, José Moreno y el sobrino de Gustavo, Domi, futuro crack de la pesca; y por otro lado venían Daniel D. y Loida quien iba a tener su primera experiencia con los lucios.
Todos ansiosos por sentir los picadones de estos animales montamos corriendo los patos y catas y nos metimos inmediatamente en el agua.
Comenzamos a pescar las puntas a una profundidad de entre 8 y 12 metros con pikis y ondulantes ya que con el calor se habrían pegado al fondo y solo subirían a la superficie a tomar aire para volver como misiles a las profundidades.
Recientemente había cambiado mucho la presión atmosférica y los peces se habían inactivado. Tuvimos algunas picadas, pero muy malas, no comían como debían y no se clavaban y si lo hacían, se soltaban al poco tiempo. Domi quien confiaba en su ondulante, pego un lance perpendicular a la orilla y consiguió clavar el primero, superando por poco su record. Tras unas fotos lo devolvió a su medio y siguió insistiendo.
Al rato, hice un lance perpendicular a la orilla con un Relax Janke de 6” el cual manejaba por el fondo subiéndolo y dejándolo caer para que la cabeza de plomo chocase contra el fondo. De repente, en un desnivel noto un picado bastante fuerte, clavo y por fin, uno que no se suelta. Tras cabecear un poco subió corriendo por si solo a superficie desde una profundidad de 11 metros y enseguida bajo como un misil de nuevo al fondo y allí se mantuvo mucho tiempo, de un lado para otro buscando más profundidad. Paso un buen rato hasta que lo volví a ver, tenía el brazo cansado y me lo estaba pasando de lujo. El resto de la gente apenas se habían enterado, sabían que tenía uno pero no grande. Conforme asomo la cabeza, lo cogí y me lo coloque debajo de las piernas para ir rápido a la orilla a hacerme algunas fotinos y devolver cuanto antes al agua a este monstruo. Llame corriendo a Dani para que viniese con su cámara ya que las fotos que hace son impresionantes.Cuando llegaron todos se quedaron impresionados con el tamaño del animal, no se lo esperaban así.
Tras esta buena captura yo ya me daba por satisfecho, pero en ningún momento pensé en dejar de pescar, quería otro y si podía ser, más grande aun jeje. Hubo algunas capturas, más, pero poca cosa, se seguían perdiendo muchísimas picadas. Dani con su lipless, Gustavo con un piki al igual que José y yo conseguimos algún que otro lucio.
Al cabo de un rato escuchamos: Socorroooo!!!! Era Loida que había logrado clavar su primer lucio que tras una buena lucha y cuando estaba casi rendido, al ir a echarle mano Gustavo, se deshizo de piki y se fue. Ya sobre la una y media decidimos hacer una pausa para comer y reponer fuerzas.
Al retomar la tarea se había levantado viento, esto nos podía venir bien. Se veían bancos de alburno enormes pasar por debajo nuestra, pero la cosa seguía igual. Muchas picadas fallidas y peces que se desclavaban. Gustavo clavo uno y a los pocos segundo yo otro, que como no, se soltó enseguida. Mientras Gustavo sacaba el suyo tuve cinco picadas más y ya por fin a la última conseguí sacar uno con el que hicimos un doblete bastante aparente.
Tras este doblete pude hacerme con algunos más.Todos de la misma manera, si no se lo hacía así, no obtenía resultados. Di con un escalón a unos 10 metros de profundidad donde haciendo dientes de sierra con el piki, pero golpeando la cabeza plomada contra el fondo y justo cuando saltaba el escalón atacaban el señuelo.
Dani, Loida y José se habían ido por otro lado y cuando nos los encontramos Dani había vuelto a sacar otro con el lipless.
Al rato, cuando estábamos todos pescando una punta volvemos a escuchar: Socorroooo!!! Loida había vuelto a clavar otro, esta vez con un mogambo de dos colas. Lucho bastante, acabaron reventados los dos tanto Loida como el pez jeje. Su primer lucio al cual solo le faltaron unos gramillos para llegar a los 5 kg, nada despreciables.
Esta fue la última captura del día ya que decidimos irnos pronto, había mucho que hacer en casa.Este es un día que nunca olvidare, encantado de haberlo compartido con vosotros. Gracias!!!
Fotos: Daniel D. García y Gustavo Martín