Revista Salud y Bienestar

Una despedida

Por Jas
Una despedida
La mayoría de las historias que suelo contaros, de cuantas vivo con mis pacientes, suelen tener el simpático trasfondo con el que pretendo, siempre desde el respeto, invitaros a la sonrisa... Mas no siempre son así y me consta que ya lo sabéis: en ocasiones se trata de vivencias que te acarician el corazón, o peor aún: a veces incluso, simbólicamente, te lo arrancan...Aquella mañana, como cada mañana, mientras desayunaba, me disponía a leer los titulares de las noticias de actualidad, los comentarios e imágenes de las redes sociales, así como los no pocos correos electrónicos, las más de las veces inútiles, que suelen colmar, irremediablemente y a diario, la bandeja de entrada de mi Gmail…Al repasar cuanto había llegado vía WhatsApp, tropecé con un mensaje que, poco antes de las 07:00, me habían remitido desde un teléfono que mi móvil no consiguió identificar… Decía lo siguiente: 
“Me muero. Adiós. Hasta el infinito" 
Acompañaba al texto la típica fotografía de una preciosa rosa y, sobre ella, un “buenos días” sobreimpreso.
-. Otro chalado, pensé, mientras procedía a bloquear al remitente…Días más tarde, volví a toparme con aquel mensaje. Mientras lo releía, me dio por curiosear en los datos de su perfil… Al ver la foto, mientras lo asimilaba, sentí como una sacudida en el alma: se trataba de una familia adscrita a mi cupo de pacientes, cuyo padre, el autor del mensaje, llevaba años padeciendo una EPOC avanzada por la que, desde hacía tiempo vino recibiendo las atenciones del servicio de neumología primero, pasando a requerir cuidados paliativos, después…Puesto en contacto con la familia, supe de su fallecimiento, ocurrido el mismo día en que me había dirigido su premonitoria despedida…Mi querido paciente y amigo: aunque un poco tarde, quiero responder y corresponder a tu mensaje: 
¡Descansa en Paz!...Nos vemos en ese infinito del más allá...¡Hasta siempre!



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