En esta noche triste
fría y melancólica
me arrimo y me reconforto al fuego de tu mirada
en busca del calor
que el amor me reclama.
Sólo escucho el sonido de tu respiración,
el aliento cálido de tu boca,
los besos que me pertenecen
encerrados en los labios de una diosa.
La musa que estremece mi cuerpo,
el espíritu apasionado que me vence,
que dibuja mi deseo,
que mitiga las veleidades de la vida,
que soslaya mi necesidad de ti a todas horas.
Eres mi Afrodita
la belleza y la lujuria mientras duermes.
Que se vayan todas las ninfas,
para que solo a ti te contemple.
Mis iluminados ojos te pertenecen.
Renuncio a mi alma hedonista
al contemplar tu magnificencia,
porque ¿de que sirve la vista,
si no estas adornando mi mirada con tu sonrisa?
Mi espíritu queda divagando
por no encontrar las respuestas.
En esta fría noche,
al caer derrotado por el eco mis palabras,
de mis preguntas sin respuesta,
en mi sueño apareces
permitiéndome amarte con dulzura,
al envolverme en tu cuerpo sin pecado.
Porque esa feminidad que emanas,
que sólo a mí me regalas,
me une sediento a ella.
y sólo un sol que se despereza,
cuando la luna se acuesta,
al partir la noche hacia la mañana,
envía sus rayos a la más bella
para que yo me vaya.
Y al despertarse mi amada,
con la condición de ser la primera estrella,
no habría ya porqué quedarme,
el cielo no es mi mundo,
pues antes de que la tierra me reclame
con observar a la diosa
me llevé su éxtasis,
porque ella eras tú
y yo, yo solo aire.