Revista Arquitectura
El domingo 14 de noviembre, tras un par de viajes de fin de semana a Barcelona motivados por la inicial cancelación del concierto de Joaquín Sabina en el Palau Sant Jordi de Montjuïc, me animé a expresar mi contraria opinión, absolutamente irrelevante, a las recientes obras de finalización del templo expiatorio de la Sagrada Familia, obra inicialmente concebida (aunque él no fue el primer arquitecto de la iglesia) por Antonio Gaudí (http://lc-architects.blogspot.com/search/label/Antonio%20GAUD%C3%8F ).
Pocos días después recibí un amable correo del arquitecto Carlos Clemente San Román, a quien le debo una parte muy importante de mi formación (él, junto a Carlos Aymat Escalada, ideó y codirigió el máster de restauración y rehabilitación del patrimonio de la Universidad de Alcalá). Me adjuntaba Carlos un archivo con hermosas imágenes de templo recién consagrado, junto con la frase: “Luis, unas imágenes para disfrutar y guardar”.
Le respondí en ese mismo con el texto que transcribo:
Hola Carlos. Gracias por el reportaje. Estuve en Barcelona en Octubre y me sorprendió el estado del templo. Recordaba la fotografía que la primera promoción del Master nos hicimos allí, allá por 1996, sentados en las escaleras del viejo presbiterio y con el cielo como única cubierta.
Reconozco que las imágenes actuales del interior del templo son sugerentes pero tengo dos grandes dudas: ¿crees que era necesario realmente terminar esta obra? ¿crees que verdaderamente Gaudí la habría terminado así? En caso contrario, no deberíamos decir que es la obra de él, sino simplemente la de unos discípulos o unos seguidores suyos (con talento, por supuesto).
Hace unos días escribí en mi blog mi opinión (nada autorizada, por supuesto) al respecto. Recordaba también otra visita que hicimos por aquellos días de 1996 un grupo de compañeros a la reconstrucción del Pabellón Barcelona.
Por su interés, transcribo también la respuesta de que mi maestro me envió al día siguiente:
Luis, he podido seguir cada año la obra y el proceso de proyecto de Jordi Bonet y Jauli. Es una respuesta estupenda con rigor y seriedad. Vale la pena y con mucho lo hecho.
Nadie dice allí ni duda que Gaudí hubiera hecho otra cosa, pero son muy rigurosos y respetuosos, a partir de ahí es su proyecto que es potente y está muy bien.
Vete a verlos. Vale la pena. Si Bonet te lo cuenta es muy claro y él es un hombre sencillo. Claro como el agua.
El comentario de Vicent (se refiere Carlos a la opinión del escritor Manuel Vicent que transcribo en mi blog) que me gusta, no es lo que se siente al ver esta obra. Te motiva y emociona mucho. Mucho de verdad
Ve a verlo y tendrás tu opinión. Ya verás. Un abrazo
Decidí ese día volver a Barcelona para revisar y revisitar, sin complejos ni premeditación negativa, el templo terminado, pero no he tenido tiempo todavía de hacerlo, aunque reconozco la duda razonable que mi propia posición intelectual me ha generado.
Por todo ello he leído con enorme interés la opinión y confesión que el pasado 4 de enero publicó en EL PAÍS el arquitecto y diseñador Oscar Tusquets Blanca, otro de mis iconos más admirados (página 38, vida & artes):
¿Cómo pudimos equivocarnos tanto?
A principio de los setenta, aún en la universidad, fui uno de los instigadores de un manifiesto abiertamente contrario a la continuación del templo de la Sagrada Familia que contó con el apoyo incondicional de toda la intelligentsia de la época, de Bruno Zevi a Julio Carlo Argan, de Alvar Aalto a Le Corbusier. Aunque tras su publicación la reacción fue contundente y las obras en vez de detenerse cobraron nuevos bríos, continuamos convencidos de que constituían un error monumental.
Ahora, tras la consagración papal del templo, me he replanteado la cuestión.
Analiza a continuación Oscar Tusquets las opiniones de profesionales a los que respeta y en especial la de Alfons Soldevila –arquitecto de avanzado lenguaje tecnológico- y su posterior visita completa (como Carlos Clemente me recomendó también a mí) junto al citado Alfons y Josep Gómez Serrano (uno de los arquitectos directores de su estructura).
Comenta Tusquets las cosas que le gustan y también, por supuesto, las que no, pero termina con un párrafo de enorme valor y honradez, en la que reconoce que la verdad, no siempre está donde creemos que reside.
Volvamos al origen. ¿Cómo pudimos equivocarnos tanto? Si hace 50 años se nos hubiese hecho caso, esta maravilla no existiría. Habría permanecido como una ruina o la hubiera terminado un arquitecto de moda en aquellos años. ¿Cuánta gente la visitaría? Este templo no ha tenido nunca apoyo económico de las instituciones. Vive de los donativos de los que la visitan, más de dos millones de personas al año, más de 25 millones de euros. Se está financiando como una catedral medieval. De esta forma se terminará, no sé si la mejor obra del pasado siglo (se refiere aquí a la opinión de Alfons Soldevila –si conocieses profundamente el templo, cambiarías de opinión, pues es el edificio más importante del siglo XX y estoy dispuesto a demostrártelo-), … pero sí el mejor edificio religioso de los últimos tres.
Por el momento mantengo mi opinión, absolutamente irrelevante, a la no necesidad de terminar este edificio pero también sostengo que quizá en ocasiones hagan falta valientes que en contra de la casi unánime opinión de sus colegas se enfrentan al reto de probar lo improbable.
Por cierto, a mi mujer le encantó el edificio e, incluso, me obligó a dejarla sola para recorrerlo sin "premeditadas malas ondas".
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com
P.D. Para seguir toda la polémica de este artículo "pinchar" sobre la etiqueta "ANTONIO GAUDÍ".