El fin de semana tuve la suerte de compartir con seis mujeres muy especiales. Ellas forman parte del grupo para adultos mayores que recibe clases en la Universidad Nacional de mi país.
Es muy bueno que se organicen grupos de este tipo y le brinden la oportunidad a las personas adultas para reunirse, compartir experiencias, aprender diferentes temas y mantenerse activos tanto física como mentalmente. Esto les permite unirse con compañeras y compañeros e intercambiar experiencias.
Los seres humanos necesitamos compartir con otras personas en nuestra vida, pero algunas veces cuando compartimos y asumimos diferentes roles dentro y fuera de la familia (madre, padre, hijo, profesional, etc), olvidamos que además de cumplir con todos esos roles, también somos seres individuales y cuando se llega a una edad más adulta, y se encuentra el ser humano en mayor contacto consigo mismo, se descubre que no se sabe qué hacer con la propia persona; ¿cómo relacionarse con uno mismo, si nunca se dio la oportunidad para hacerlo?
En esos momentos la vida para algunas personas se convierte en algo difícil, y entonces, inician una serie de situaciones complicadas, ya que empezar a conocer y vivir con alguien olvidado no es nada sencillo. Aparecen un montón de recuerdos y deseos olvidados, incluso algunas veces frustraciones por no haber cumplido sueños pasados, etc. Se dedicó toda una vida a los demás (hijos, pareja, compañeros, etc), pero nunca a si mism@.
En algunos casos, a estas personas, tampoco sus familias las valoran, las hacen a un lado o las utilizan; qué lástima que en culturas como la nuestra no se le de el valor que se merecen y que tienen. Los adultos mayores son personas útiles, no porque cuiden nietos; si no, porque tienen mucho conocimiento y experiencia que las personas más jóvenes deberíamos de aprovechar y valorar; y sobre todo enseñar a nuestros hijos a apreciar. Además del amor y la compañía que por supuesto nos brindan.
Estas mujeres con las que compartí, me encantaron; porque habiendo vivido vidas tan distintas, ahora tienen un grupo de compañeras y amigas muy hermoso, y están unidas con el objetivo de mejorar su calidad de vida y de aprovechar esta etapa de su vida de la mejor forma posible. Se están dando la oportunidad de relacionarse consigo mismas, a pesar de que se que algunas de ellas se habían olvidado de que “existían”; y también de encontrar a otras iguales con quienes compartir y experimentar cosas nuevas.
Este fin de semana las vi cantar, caminar, bailar; subir y bajar, y a pesar de que se les costaba o de pronto se sentían cansadas; las ganas de disfrutar y compartir las llenaba de energía y las motivaba para seguir adelante aprovechando cada momento con mayor intensidad.
Al verlas a ellas, escucharlas hablar sobre su vida y su familia; me hizo pensar y creo aprendí cosas importantes que quiero compartir.
Lo primero es que sin importar todo lo que hagamos, sea mucho o poco; nunca nos olvidemos de nuestra persona. Y nuestra persona necesita tiempo para realizarse de forma individual e independiente. Es decir, si bien nos podemos sentir a gusto con nuestra vida familiar, profesional y social; hay que dedicar un tiempo para estar solo con uno mismo, y analizar qué aspectos de nuestra vida necesitamos satisfacer para nosotros mismos. Por ejemplo, quizá toda la vida nos haya gustado cantar, pero nunca lo hemos hecho, porque consideramos que no es importante, o se puede dejar para después; pues bien, si te gusta, hay que intentar sacar tiempo y darte el gusto de hacer algo que solo te va a producir satisfacción a ti mism@.
Proyecta tu vida a futuro de forma que te mantengas activ@ física y mentalmente; que tengas tiempo para compartir contigo mismo y con otras personas.
Si bien estar en la casa es bonito, es necesario compartir con otras personas. Cuando se es adulto mayor, buscar grupos como este, es una opción maravillosa. Da a las personas la oportunidad de sentirse activos, de compartir con iguales y de descubrir habilidades nuevas o que no se habían dado la oportunidad de desarrollar en la vida.
Más importante, valorarse y quererse mucho. Aprender de los adultos mayores todo lo que se pueda, brindarles un lugar y un espacio que se merecen y enseñar a los más jóvenes lo importantes que son en la vida y cuántas cosas dieron y que hay que retribuir en este momento.
Realmente espero llegar a mi adultez con la energía y la alegría que vi en ellas. Estas mujeres han mejorado su calidad de vida y esto las hace seres humanos más agradables y plenos; que se quieren más a sí mismas; y para poder querer a los demás; primero hay que quererse uno mismo.
“Nunca te olvides de ti. Recuerda y ámate todos los días. Cuando seas adulto mayor no tendrás que empezar a conocerte por que siempre estuviste ahí”.