Revista Cultura y Ocio

Una educación (3)

Por Fruela

No suele visitar a estos parientes. En realidad, apenas visita a parientes. Pero acaba por cumplir con ellos, como parte de costumbre. Cada vez que llega a visitarlos, nota algo que no le sorprende, pero que le reclama atención: hablan de un modo distinto al resto de la familia. La lengua menor parece menos rozada, menos gastada que la de otros que viven dos o tres bloques más allá. Así, piensa, que no hay una razón de espacio, no hay un origen o una situación que la conserve. Es algo más sencillo, también más brutal: son dos personas que llevan treinta años solas, hablando entre sí, manteniendo apartado lo que oyeron hasta entonces. Y por eso él, que no quiere ir a la casa para no percibir esa tensión de la soledad, acaba por llegar con atención malsana, sabiendo que recupera algo que no irá afuera, donde el contacto ha erosionado su lengua, la lengua menor.


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