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Una educación de Tara Westover + Charlas perrunas

Publicado el 06 diciembre 2019 por Lu
Una educación – Tara WestoverUna educación de Tara Westover + Charlas perrunas

Atemorizados ante la inminente llegada de los días de la abominación, trabajan a destajo y se preparan con reservas de alimentos, gasolina y armas. El enemigo les acecha. El enemigo es la sociedad, la educación que se imparte en las escuelas, la medicina, los federales.

Todo lo que sucede es porque Dios así lo desea, son sus designios y la justificación ante cualquier acontecimiento, accidente o desgracia. Se apoyan en su fe, en el poder sanador de hierbas, homeopatía, energía y chakras.
La primera parte se centra en la infancia y adolescencia de Tara, inmersa en un mundo cerrado bajo la llave del fundamentalismo religioso. Ajenos a lo que sucede fuera de sus fronteras. Las mujeres han de ser decentes en su forma de actuar, de vestir, de no pensar, de no dudar. Para ello se podrá ejercer cualquier método violento o manipulador. Lo esencial es no caer en las garras del demonio.
Es un texto autobiográfico que desde el punto de vista experiencial resulta perturbador, impactante, a veces increíble, y ante todo un punto de partida hacia la reflexión. Una niña que decide huir del abismo, pone todo su empeño en estudiar, en saber. La educación abre su mente, cambia su vida. Deja de ser una marioneta herida, deja de pensar que no es merecedora de otra vida. Se plantea preguntas sobre quién escribe la historia, sobre las obligaciones y lazos familiares. Crea una identidad nueva y se asusta ante la inmensidad de los cambios que siente. ¿No habría cambiado demasiado?
A su felicidad la persigue un pesado lastre de pérdida. Relaciones tortuosas con la familia, apoyo y rechazo de los hermanos, radicalización de los padres.
En el terreno literario, me ha resultado algo excesiva y reiterativa. Tal vez con un recorte de páginas y texto sería suficiente. Hay demasiados ejemplos para expresar la misma idea que queda clara ya desde los primeros párrafos.
Testimonio de superación personal, de toma de decisiones y puesta en marcha de un plan no siempre en línea recta, pero avanzando. Sufrimiento emocional, cargas familiares y creencias arraigadas. Escribir para recordar, para aprender.
Resumen
Cómo una educación puede salvar una vida
«Podéis llamarlo transformación. Metamorfosis. Falsedad. Traición. Yo lo llamo una educación.»
Nacida en las montañas de Idaho, Tara Westover ha crecido en armonía con una naturaleza grandiosa y doblegada a las leyes que establece su padre, un mormón fundamentalista convencido de que el final del mundo es inminente. Ni Tara ni sus hermanos van a la escuela o acuden al médico cuando enferman. Todos trabajan con el padre, y su madre es curandera y única partera de la zona.
Tara tiene un talento: el canto, y una obsesión: saber. Pone por primera vez los pies en un aula a los diecisiete años: no sabe que ha habido dos guerras mundiales, pero tampoco la fecha exacta de su nacimiento (no tiene documentos). Pronto descubre que la educación es la única vía para huir de su hogar. A pesar de empezar de cero, reúne las fuerzas necesarias para preparar el examen de ingreso a la universidad, cruzar el océano y graduarse en Cambridge, aunque para ello deba romper los lazos con su familia.
Ficha técnicaNº de páginas: 472Editorial: Lumen, 2018ISBN: 9788426405166Traductora: Antonia Martín Martín
Las decisiones que las personas toman, juntas o por su cuenta, y que se conjugan para producir un único hecho. Granos de arena, incontables, que se aplastan para formar sedimento, y luego roca.

Charlas perrunas

Una educación de Tara Westover + Charlas perrunas

Sol de invierno. Azul gélido.

Me sigue sorprendiendo la facilidad de algunas personas a la hora de juzgar formas de pensar o estilos de vida diferentes a los suyos. Recibo con más frecuencia de la deseada, consejos u opiniones no solicitados, por parte de desconocidos. Se acercan con el pretexto de mi acompañante canina. Que si el perro no debe vivir en una ciudad, en un piso… Hoy alguien ha llegado a expresar lo letal que es el uso de la calefacción. Aludía a animales y a humanos. Entonces llega el ejemplo en primera persona, supongo que para que yo aprenda. Este hombre vive sin calefacción, en pleno centro de Vigo, en una construcción bien aislada. Progresa en su discurso a pesar de mis intentos por ponerle fin, asegurando que la última vez que fue a cenar a casa de unos amigos casi no pudo soportar las temperaturas elevadas del interior.
Pertrechada con mi plumífero y abufandada, pude continuar mi paseo, mientras dejaba atrás a ese hombre con síntomas catarrales, sonándose ruidosamente su nariz enrojecida.
Unas horas más tarde, otro hombre agarraba a su perrazo y le explicaba con ternura y firmeza que mejor dejar tranquila a la perrita, de avanzada edad. Vilma cautelosa evitaba acercarse. Una agradable conversación sobre lo impulsivos que son los cachorros y el escaso control de su poderío y fuerza. Cordial y respetuoso.
Entre tanto, una de esas pequeñas juntanzas para hacer balance de un año del club de lectura y poner sobre la mesa ideas y propuestas.Se avecinan cambios. Ilusionada. Preparando u texto resumen para publicar, un mensaje para incitar y una pequeña sorpresa repleta de cariño.
Cerca de casa a la hora de la comida, en la calle huele de forma intensa a ajo, a refrito. Y de inmediato pienso en Victoria Beckham y aquel comentario sobre Madrid. Extraña asociación de pensamientos. Me río.
Suenan canciones delicadas de Piers Paccini. Terminando una lectura impactante de no ficción.

Semanas breves de diciembre.

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