Revista Ciencia

Una educación en democracia y de libertad, sin concesiones

Por Carlos Carlos L, Marco Ortega @carlosmarco22

En su viaje a Texas, la activista josefina Rodríguez descubrió una escuela poco convencional; sin pupitres, uniformes, filas ni pizarrones. Clearview Sudbury School es un espacio que permite el libre desarrollo de la participación democrática y horizontal, y rompe con los modos de relación entre estudiantes y docentes comúnmente ejercidas en las escuelas tradicionales.

En Clearview Sudbury School en Austin, Texas, todos los miembros del staff y todos los estudiantes, sin importar que se trate de niños y niñas muy pequeños, tienen voz y voto -y con el mismo peso- en decisiones que van mucho más allá de lo que desean aprender y las reglas que rigen su convivencia. La junta escolar ( school meeting) decide sobre todos los asuntos relativos a la administración y operación de la escuela, incluyendo sus finanzas, la contratación de personal y la solicitud que hizo posible mi visita.

El día de mi visita, llegué a la escuela aproximadamente a las 9:00 am. La escuela está abierta de 8:00 am a 5:00 pm y los estudiantes pueden llegar a antes de las 11:00 am, siempre y cuando cumplan con veinte horas de asistencia a la semana.

Una educación en democracia y de libertad, sin concesiones

Esta escuela no tiene una afiliación religiosa, pero está ubicada en una construcción pequeña que una iglesia comparte con ella. Cabe señalar que la escuela está rodeada por un parque y grandes extensiones de cesped en un vecindario muy lindo.

La primera impresión que tuve a mi llegada contradice todo estereotipo con respecto a lo que popularmente se considera como una escuela. Por ningún lugar se ven pupitres y pizarrones; no hay uniformes; varios de los estudiantes no usan zapatos en el interior de la escuela; y nadie, incluyendo el staff, utiliza ropa formal.

El día de mi visita se había programado una excursión escolar a Thinkery, uno de esos museos donde los niños y niñas pueden jugar libremente con todas las exhibiciones. Usualmente, los papás y mamás no pueden permanecer en la escuela, pero este día varios de ellos participaron como voluntarios. Así grupos de dos o tres estudiantes tendrían la libertad de ir a cualquier lugar en el interior del museo sin tener que depender de lo que decidiera todo el grupo o de un itinerario. Mientras pasamos algunas horas en Thinkery, varios de los estudiantes decidieron permanecer en la escuela con un miembro del staff.

Durante mi visita, no se me puso restricción alguna. Tuve oportunidad de platicar con todos los miembros del staff, varios padres de familia y muchos de los estudiantes.

Ver :What Sudbury Valley is about

Entre las mamás y papás con quienes pude conversar, algunos me explicaron que se decidieron por este tipo de educación para dar a sus hijos la oportunidad de ser más felices y crecer en forma más saludable. Otros lo hicieron porque ya habían tenido experiencias negativas en la escuela tradicional. En uno de los casos, un papá me dijo que no deseaba que su hijo fuera etiquetado. Sucede que su niño entendía el contenido de la escuela, pero no sentía la necesidad de demostrarlo escribiendo. Sé que en este caso, aunque la maestra hubiera sido comprensiva, no hubiera podido permitir esto sin exponerse a recibir una reprimenda por mantener a un estudiante ocioso. Tampoco hubiera podido excluirlo de la presentación de exámenes estandarizados. El papá y la mamá de este niño ya habían intentado educarlo en casa, pero ello había resultado frustrante.

Entre los niños y niñas más pequeños, pude observar una gran seguridad y asertividad en su trato hacia los adultos -a quienes siempre se dirigen por su primer nombre-. Una niña me platicó que su mamá enseña español, y muy linda y educada me dijo: "Sé algunas palabras, pero ahorita no tengo ganas de hablar español." Después me hizo varias preguntas acerca de cómo funcionaba el salón bilingüe que yo tenía a mi cargo en una escuela pública de Dallas. Quería saber si mis niños y niñas hablaban inglés y cuándo hablábamos español. Le llamó mucho la atención que mis niños y niñas entendieran inglés, pero siempre prefirieran hablar en español.

ver además: Sudbury Valley School con subtítulos en español

Creo que en otro ambiente, esta misma niña se hubiera sentido un tanto obligada a decirme las palabras que sabe en español. En general, es obvio que los niños y niñas de esta escuela no están ahí para obedecer y satisfacer las expectativas de los adultos y que también pueden establecer relaciones más directas y horizontales. Ésta es una diferencia importante con muchas de las escuelas públicas de Texas, especialmente en las áreas de mayor pobreza en los distritos urbanos, donde se busca crear una gran distancia entre estudiantes y adultos. En aras de consolidarse como figuras de autoridad, a los maestros y maestras, en ocasiones se les aconseja nunca sonreír a los niños y niñas y nunca permitirles abrazarles. Ésta es otra de las razones por la que los maestros y maestras deben vestir ropa formal.

Quizás el mayor contraste con la escuela tradicional consiste en contar con un ambiente en el que todos se sienten tranquilos. No existe la presión de seguir un horario y el tiempo parece transcurrir más lentamente. A veces incluso parece detenerse. Aquí nadie está preocupado por demostrar que se está aprendiendo algo concreto o que se está haciendo algo remotamente productivo. De ninguna forma quiero decir que no están aprendiendo algo o haciendo algo productivo. Lo que quiero decir es que no atienden a juicios externos sobre el valor de lo que hacen.

Una educación en democracia y de libertad, sin concesiones

Los únicos límites a la libertad, obviamente, están marcados por la necesidad de no entorpecer la libertad de otros y por aspectos prácticos relacionados con la seguridad y la operación de la escuela. En todo caso, las reglas que rigen la convivencia y operación de la escuela son decididas en una junta escolar en la que todos tienen voz y voto; y cuando existe una transgresión a las reglas, son los mismos estudiantes quienes resuelven qué hacer a través de un comité judicial.

La obligatoriedad del curriculum oficial y las políticas de la escuela pública no se sustituyen por la obligatoriedad de un curriculum y métodos alternativos que se consideren mejores. Tampoco existe proselitismo o adoctrinamiento alguno. Aquí los estudiantes son en verdad libres de decidir qué pensar y qué, cuándo y cómo aprender, no importando si ello implica dedicar todo el día a actividades lúdicas que aún en algunas escuelas alternativas serían consideradas como pérdida de tiempo.

Lo que en la escuela pública tradicional pudiera considerarse como falta de rendición de cuentas ( accountability), posiblemente ayude a construir un gran sentido de auto-estima y auto-seguridad en los estudiantes, en tanto no hay necesidad de satisfacer a una autoridad externa que nos evalúa constantemente.

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Tal como sugiere A.S. Neill en su libro Summerhill, esta libertad quizás también ayude a formar seres humanos con un gran sentido de autenticidad, sinceridad y honestidad, pues no hay necesidad de simulaciones o pretenciones artificiales. Daniel Greenberg, co-fundador de la primera escuela Sudbury, agregaría que sólo cuando nadie nos dice qué hacer, podemos desarrollar un verdadero sentido de responsabilidad. Yo agregaría que es únicamente en un ambiente de libertad en el que somos aceptados incondicionalmente, que podemos aprender a respetar a otros; y asimismo que es únicamente en un ambiente de libertad en el que no existe miedo, que podemos aprender a tratarnos como iguales.

En este sentido, ninguna reseña sobre mi visita a esta escuela estaría completa sin mencionar que no pude observar conflictos o problemas de conducta. Aunque esto no quiere decir que los conflictos y problemas de conducta estén ausentes en este tipo de escuelas, me parece muy importante mencionarlo porque nuestros prejuicios acerca de la libertad indicarían que un ambiente como este los estudiantes se comportarían como salvajes. ¡Bien! Esto no ocurre. Más aún, quienes han pasado un tiempo considerable en este tipo de escuelas reportan que el bullying es un fenómeno casi inexistente, cosa que tal vez ocurra debido a la existencia de una estructura democrática y la mezcla de edades.

Otro aspecto particularmente interesante a notar es que esta libertad total que no hace supuestos acerca de cómo y en que secuencia debería ocurrir el aprendizaje, tal vez permite que los estudiantes continúen aprendiendo en la forma natural e instintiva en que aprendieron a caminar y hablar en sus primeros años de vida, identificando y atendiendo sus propias necesidades, y obedeciendo a una suerte de maestro interior. Yo pude observar esto de primera mano.

Una educación en democracia y de libertad, sin concesiones

Cuando regresamos de la excursión escolar, un grupo de tres niñas se dio a la tarea de dibujar el símbolo del Yin y Yang. Si en una escuela tradicional, un observador les hubiera preguntado qué es lo que estaban aprendiendo, muy probablemente no hubieran podido tener una respuesta articulada y al maestro se le hubiera reprendido por permitirles perder el tiempo en algo no relacionado a uno de los estándares oficiales. Sin embargo, un artista con un criterio más educado sabría que esta tarea no es de manera alguna trivial. De hecho, es famosa la leyenda que cuenta que Giotto ganó una comisión papal al demostrar poder dibujar un círculo perfecto con pintura roja y sin ayuda de un compás.

¿Por qué y cómo estas niñas decidieron pasar un largo rato tratando de dibujar este símbolo con gran minuciosidad? No sé, pero sí sugiere un proceso natural en el desarrollo de la expresión plástica. Esto es lo que Arno Stern ha observado entre los niños y niñas de todo el mundo que han asistido a sus talleres cuando no hay instrucción, cuando no hay expectativas, cuando no hay evaluaciones y cuando no se les pide que describan o expliquen lo que han dibujado.

Una educación en democracia y de libertad, sin concesiones

Vale decir que lo que observé es una actividad de gran valor e inmensamente más productiva que, por ejemplo, aprender a identificar la diferencia entre una línea recta y una curva -cosa que por muy trivial y difícil de creer que parezca, es algo que los niños y niñas de primer grado deben aprender en sus clases de arte en las escuelas públicas del estado de Texas.

Cabe anotar que en muchas escuelas públicas de los Estados Unidos, también se aplican exámenes estandarizados en las clases de arte. En la práctica, esto significa un enfoque en la memorización de definiciones que no contribuyen en lo absoluto a desarrollar la expresión artística. El único logro real de la aplicación de exámenes estandarizados en esta materia podría ser contribuir a desarrollar un odio hacia el arte, cosa no diferente a lo que ocurre con la educación en las matemáticas.

"En la escuela tradicional parece que todos están trabajando, cuando muy pocos están ocupados en algo importante. En esta escuela en cambio, parece que nadie está trabajando, cuando en realidad todos están ocupados en algo importante."

Aquí el juego libre y no estructurado se considera algo muy serio y ninguna forma de juego está censurada. No importa si ello significa que un estudiante decida pasar todo el día jugando videojuegos. Éste quizás sea el aspecto más impactante para una persona acostumbrada a las presiones y prejuicios de la escuela tradiciona. Un miembro del staff me confesó que no es raro que reciban miradas de desaprobación por parte de algunos de sus visitantes.

En algún momento, recordando las restricciones de mi salón clases, me sentí muy emocionada. La diferencia con la escuela donde trabajaba es abismal. En mi salón de clases existía la presión constante entre niños y niñas que naturalmente buscan jugar y hablar, y una muy maestra nerviosa de perder el control y de que la directora entrara en cualquier momento al salón. Para estos niños y niñas de primer grado, incluso el colorear ya estaba muy limitado porque ello se considera curriculum crayola. Debían caminar en líneas rectas y silenciosas, no existía el recreo y, tal como ocurriría en una cárcel o en un convento, en ocasiones se les exigía comer su almuerzo en total silencio para después recostar sus cabecitas en las mesas. Al llegar a mi escuela el lunes siguiente, una niña me preguntó sobre Clearview Sudbury School y no tuve corazón para platicarle la verdad de lo que había visto, pues la verdad implicaba que a esta niña le estaban robando su niñez.

Una educación en democracia y de libertad, sin concesiones

Mi impresión es que los estudiantes de muchas de la escuelas públicas en los Estados Unidos son tratados un tanto como prisioneros o delincuentes, mientras que en la escuela Sudbury existe un total respeto y confianza hacia los niños y niñas. Desde luego, esto debe requerir una gran dosis de compromiso e integridad por parte del staff de estas escuelas y los padres de familia, quienes deben resistir toda crítica y tentación de dirigir las vidas de los niños y niñas en virtud de lo radical y controversial que este tipo de educación todavía resulta para muchas personas.

Antes de concluir mi visita a Clearview Sudbury School, Kimberly Engleman, co-fundadora de la escuela, me obsequió una copia del libro Free to Learn por Peter Gray. Recomiendo ampliamente la lectura de este libro a las personas interesadas en los aspectos que dan fundamento a este tipo de escuelas.

Fuente: Reevo.

C. Marco


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