Revista Diario

Una enfermera en el Titanic

Por Jmsalas @drjmsalas

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Esta historia podría ser sólo un cuento o estar basado en hechos reales.
Desde hace algunos años peregrinaba de servicio en servicio, y cuando más trabajaba era sobre todo en los meses de playa y arena.
No pudo presentarse a una oposición por complicaciones en su embarazo. Pero su hijo ya creció, y ahora está felizmente sano.
Es una brillante enfermera pero no tiene ningún contacto. No está afiliada a sindicatos, y no tiene a familiares ni amigos ocupando algún cargo.
La política nunca le interesó, y se equivocó al pensar que puede estar ajena a su trabajo.
Tiene un máster en Emergencias y todos los servicios de urgencias por donde pasó, echaron de menos su partida.
Desde hace un año tiene una interinidad, pero ahora unos particulares traslados amenazan su permanencia.
En ocasiones se desilusiona y piensa que quien hace la convocatoria hace la trampa, y que el sistema no puede tener tanta capacidad de corriente para tanto inútil enchufe.
Sabe que en breve, en algunos servicios de urgencias extrahospitalarios tal vez desembarquen compañeros sin vocación de emergencias, deseando erróneamente jubilarse en su puesto de trabajo.
Ella conoce que la calle es dura. Y que cuando se necesita correr, los pesados maletines deben volar entre sus brazos. Y aunque el insomnio de la madrugada consuma parte de su esperanza de vida, nuestra eficiente amiga es feliz haciendo competentemente su trabajo.
Pero de vez en cuando una inquietud le roba el sueño.
¿No se deberían tener unas cualidades para poder trabajar subido en una ambulancia?
Nuestra afligida amiga reconoce que algún día ella también llenará de puntuables años su vida laboral, pero no le importa, porque está convencida que la edad, el estado físico, las habilidades o la formación, también tendrían que contar para ocupar un determinado puesto de trabajo.
Y piensa que lo recomendablemente sano sería el pensamiento opuesto, es decir, proporcionar una justa salida profesional para los que trabajamos durante muchas lunas en los servicios de urgencias. Pero eso es una utopía que a muchos representantes de colectivos que llenan su boca con un “estimado compañero” nunca les interesó apoyarlo.
Bueno, ella seguramente será desplazada, pero solo anhela que quien le mueva no sea sobrino de nadie, ni tenga predilección por un color político.
Desde hace años parece que en este juego siempre participan las mismas fichas ocupando diferentes casillas, y que algunas ya se están reservando un puesto ante la inminente partida.
Y la gente ya empieza a estar un poquito cansada.
Y como ella, cada día surgen más voces que aguantan las presiones para seguir opinando que otra forma de hacer las cosas también es posible.
Espero que algún día se ocupen determinados puestos por competencia y así nuestra compañera enfermera pueda demostrar su capacidad profesional trabajando en un equipo de urgencias y emergencias.
Mientras tanto desde este blog seguiremos escuchando mientras dure, la música de la orquesta de este, nuestro particular Titanic.


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