El encuentro de cinco lideresas políticas en Valencia ha levantado evidentes expectativas. Porque no era fácil que se reunieran. (El Frente Judaico de Liberación siempre enfrentado al Frente de Liberación Judaica). Y porque el cansancio por las divisiones en la izquierda necesita el descanso que otorga un poco de reencuentro. El acto de Valencia ha sido el preludio de un deseable reencuentro. Y quita a toda la gente de bien un peso de encima.
Por Unidas Podemos estaba sobre el escenario Yolanda Díaz, continuando, a su manera, la tarea que le sugirió Pablo Iglesias y que la actual dirección de Unidas Podemos ratificó sin fisuras: Yolanda Díaz es la candidata de Unidas Podemos a la Presidencia del Gobierno y le corresponde a ella articular cómo responder a ese reto. Queda aún mucho tiempo para concretar esa voluntad de sumar y es momento de celebrar las ganas de juntarnos. Es verdad que luego será más complicado, pero sabemos que la felicidad está en la víspera y hay que ser muy idiota para no celebrar los buenos planes.
La anfitriona ha sido la valenciana Mónica Oltra, de Compromís,que ha sufrido recientemente en carnes propias los ataques de la caverna mediática y sabe cómo se las juega el sistema. No perdonan el éxito de la izquierda y dirigen todas sus baterías contra los que ven como un peligro. El ejemplo de Gobierno valenciano lo es.
Que te ataquen es un dolor y un honor. Razón de más para arropar a Oltra. Podemos sabe bien lo que significa que te disparen sin compasión para intentar arruinarte la vida. Como anfitriona, hizo sus invitaciones y desechó otras. Pese a que Unidas Podemos haya estado presente con Díaz y con Colau, claro que puede ser llamativa, especialmente para los militantes y votantes morados, la ausencia de Ione Belarra, la secretaria general de Podemos, al igual que la ausencia femenina de alguien de Izquierda Unida en un encuentro que quiere ser un tsunami feminista. Pero quien invita marca las reglas y, seguramente, Oltra ha hecho lo correcto para garantizar que otras fuerzas, que otras veces no se han caracterizado por la generosidad, estuvieran en el encuentro. Es de agradecer y de celebrar que un diálogo que parecía roto haya sido posible.
Mónica García, de Más Madrid, ha desoído los intentos masculinos de Errejón, quien no se ha cansado de dictar cómo no debe ser la política de acuerdos. Fomentar la división, preferir ser cabecita de ratón antes que cola de león, no parece el camino adecuado.
Mónica García, de Más Madrid, ha desoído los intentos masculinos de Errejón, quien no se ha cansado de dictar cómo no debe ser la política de acuerdos. Fomentar la división, preferir ser cabecita de ratón antes que cola de león, no parece el camino adecuado. Pero seguro que Ferreras y La Sexta tienen otra opinión. De la misma manera que García lo ha hecho Oltra respecto de las advertencias de Mes Compromís y Joan Baldoví, otro señor, de no querer saber nada de un Frente Amplio liderado por Yolanda Díaz. Si alguien entiende que el encuentro de Valencia ha tenido algunos peajes, los que hacen política desde la generosidad han hecho bien en pagarlo porque la unidad es un valor superior cuando se trata de continuar la tarea comenzada el 15M.
Es hermoso que haya estado Ada Colau, alcaldesa de En común podem -es decir, también en alianza con Podemos y representando a quienes sienten esas siglas-. Por su coraje, por su buena gestión y por su resistencia a los ataques brutales de quienes pensaban que la alcaldía de Barcelona era un coto privado de la derecha. Y que también esté Fátima Hamed Hussein, una mujer española con velo que recuerda que ser español no es responder al modelo que tenía en la cabeza Torrente, Abascal o el Caudillo, es otro mensaje hacia dónde tiene que caminar el Frente Amplio.
Ante tanta inquina de los coletazos más podridos del régimen del 78, Podemos solo puede estar contenta por algo: mientras atacan a los actuales líderes de Podemos, no están atacando a los siguientes.
Después del 15M, Podemos y luego Unidas Podemos rompieron el bipartidismo, entraron en el Parlamento Europeo, conquistaron municipios y parlamentos regionales, entraron en el Congreso y el Senado, llegaron a la Moncloa y han empezado a ocupar espacios institucionales que estaban reservados al PSOE, al PP y a sus socios catalanes o vascos (CiU y PNV). Nadie como la dirigencia de Podemos ha sufrido los ataques del sistema, con decenas de querellas, condenas diarias en los medios, ataques, descalificaciones, amenazas, espionaje y construcción de pruebas por parte de la policía política, acosos en los domicilios e, incluso, pérdida de un escaño en un juicio sin pruebas. Los ataques a Podemos claro que golpean a sus líderes y no siempre es fácil aguantar la persecución. Ante tanta inquina de los coletazos más podridos del régimen del 78, Podemos solo puede estar contenta por algo: mientras atacan a los actuales líderes de Podemos, no están atacando a los siguientes.
Las quejas por la ausencia de líderes de Podemos y de Izquierda Unida en el acto de Valencia se tapan rápidamente por los beneficios del encuentro. ¿O hubiera sido mejor que hubiera estado alguien de Podemos y hubieran declinado la invitación Mónica Oltra y Mónica García? No. Podemos ya ha hecho su apuesta y se llama Yolanda Díaz como cabeza de lista de Unidas Podemos. Es momento de emocionar, esperanzar y sumar.
Podemos ya ha hecho su apuesta y se llama Yolanda Díaz como cabeza de lista de Unidas Podemos. Es momento de emocionar, esperanzar y sumar.
Es verdad que ya no estamos dentro de la ventana de oportunidad de 2011 y la estrategia ahora debe ser otra. El sistema ha aprendido, creando primero un Podemos de derechas y luego un Podemos de extrema derecha, al tiempo que ponía firmes a los medios de comunicación contra Unidas Podemos, especialmente desde que entraron en el Gobierno de España. Aunque hubieran buscado otros pretextos, el proceso independentista catalán ha reforzado el discurso de las derechas -pensemos que siguen intentando resucitar a ETA pese a que hace diez años que renunciaron a la lucha armada- y ya estamos viendo protestas de los sectores conservadores que nunca protestan bajo los Gobiernos de la derecha.
Todo vale contra un gobierno de izquierdas que haga políticas de izquierda. La mitad de los seis millones de votos que obtuvieron Podemos e Izquierda Unida hoy están fragmentados, algunos desilusionados y otros entendiendo lo que ha pasado. Nadie ha sido golpeado desde que recuperamos la democracia como los liderazgos de Podemos. ¿Alguien duda de que pasará lo mismo con quien amenace al sistema? Los esfuerzos por dinamitar a Podemos, regalando espacios de comunicación en todos los medios a los disidentes -especialmente dañino en el caso de El País, la Ser y La Sexta, los medios que ven los votantes de Podemos-, han golpeado los resultados electorales de los morados, de manera que coincide el momento de mayor éxito institucional -se está en la Moncloa y en los gobiernos de cinco Comunidades Autónomas- con el momento de mayor debilidad institucional.
La esperanzadora reunión en Valencia es uno más de los muchos actos de encuentro que deben darse. Queda mucho por sumar y en esa suma hay que contar con los que no están y, obviamente, con los que están ya en la pelea desde hace tiempo. Las ausencias en Valencia no son ausencias del proyecto. Eso querrían Vox, el PP y los sectores neoliberales del PSOE. Nadie entendería, salvo los que priman las miradas mezquinas, que en la voluntad de construir un Frente Amplio, los más de tres millones de votos de Unidas Podemos en el Parlamento y en el Gobierno no tuvieran voz. Pero hay aún mucho tiempo para que lo que ahora es voluntad de transformación encarne en un proyecto de cambio.
Nadie entendería, salvo los que priman las miradas mezquinas, que en la voluntad de construir un Frente Amplio, los más de tres millones de votos de Unidas Podemos en el Parlamento y en el Gobierno no tuvieran voz.
Siempre hago una recomendación a los que tienen dudas, que también sería absurdo no reconocer que existen: ¿qué aconsejarías a Yolanda Díaz si fueras su asesor? Pues hablar con tanta gente como sea posible. Insisto: aún es muy pronto para concretar los contornos del Frente Amplio y tenemos experiencias de cómo no deben hacerse las cosas. Aprendemos a los golpes, pero aprendemos. El escenario francés, con dos partidos trotskistas, un partido verde, un partido socialista y la France Insoumisse de Mélenchon, además de la ultraderecha de Marianne Le Pen y la derecha de Macron nos debe servir de espejo para no repetir errores. Igual que no sirve la experiencia del sacrificio del ayuntamiento de Madrid cuando una torpe ambición -error reconocido por Manuela Carmena pero no por su contraparte en la fritura de las empanadillas- pensó que una figura enaltecida valía más que la emoción de toda una ciudad comprometida desde abajo.
Nada es fácil para la izquierda en esta fase final del neoliberalismo. Frente al "sálvese quien pueda" de la derecha, nos toca la empatía y la firmeza. Claro que hace falta generosidad por todos lados. A la ciudadanía le debe quedar claro quién no va al encuentro de todo el ámbito transformador, quién va con egoísmo o arrogancia y quién va con generosidad y buena disposición.
Como dice la feminista Maria Eugenia Rodríguez Palop, la reunión valenciana es muy importante como símbolo. Porque ha estado protagonizado por mujeres, porque son mujeres de izquierda y progresistas, porque han primado la unidad por encima de intereses más pequeños y porque expresa el pistoletazo de salida de un proceso de diálogo.
De momento, después del encuentro de Valencia estamos un poco mejor que antes de esa reunión. Y quien no se alegra de que las cosas mejoren, debiera dedicarse a curar su amargura en vez de querer gestionar amargamente los asuntos de los demás. Algunos, estamos razonablemente contentos.