Al llegar las Navidades, Madrid siempre sufre cambios. Le pasa ahora y también le sucedía en el pasado. Buena prueba de ello es la estampa que recupero hoy. Obra de Alfonso Portela nos muestra a una vendedora ambulante en la Plaza de la Santa Cruz acompañada de su bulliciosa mercancía, un nutrido grupo de pavos.
Lo queramos o no, las Navidades ya asoman a la vuelta de la esquina por ese motivo tenía claro que esta semana la imagen antigua tenía que guardar relación con esta época tan concreta del año. Por esa cuestión ayer cuando comencé mi búsqueda para la fotografía antigua de la semana casi de forma inconsciente vino a mí la imagen de una señora con la que ya me había topado infinidad de veces. Hoy era el momento de rescatarla del olvido.
Cuando se aproximaban esta fechas, hace cosa de un siglo, las calles de Madrid se llenaban de vendedores y vendedoras de pavos. Personas que sacaban el posible menú de estas fiestas a la calle en busca de potenciales compradores. No era extraño, por tanto, encontrarse estampas como la de la imagen. La de una mujer, de aspecto rural y posando para la cámara con una fingida sonrisa, acompañada de un buen escuadrón de pavos, ignorantes ellos, de que su final estaba ya escrito hace tiempo.
La fotografía, una de las más emblemáticas del fotógrafo Alfonso Sánchez Portela fue realizada el mes de diciembre de 1925 en un lugar aún hoy vivo de Madrid, la Plaza de la Santa Cruz, donde nace la Calle Atocha. Me encanta esta imagen por la fuerza que desprende. El entorno aguarda borroso, en un segundo plano, obviando a nuestra protagonista, sin cederle mirada alguna. Sólo ella parece percatarse de la presencia del objetivo. Por su parte, los pavos parecen más centrados en rebuscar algún grano de cereal en el asfalto, da la sensación de que el nuevo entorno ni les afecta ni les inquieta. Alguno de ellos seguramente, nunca regresó al corral aquel frío día.
Ahora Madrid, en Navidades, se llena de reclamos que incitan al consumo, de luces y de iconos con mayor o menos arraigo en nuestra sociedad. Antaño, estas fechas nos dejaban imágenes con otro sabor, más rurales, más sencillas, con menos fuegos de artificio y seguramente, más sentimiento.
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