Revista Cultura y Ocio

Una extraña pareja

Por Aceituno
Daniel Ramos

Parece que el verano va llegando a su fin, de manera que a lo mejor van quedando pocas flores tan coloridas como éstas. En todo caso no me puedo quejar. Las flores han sido un tema bastante recurrente en el fotonauta y no contar con ellas supone una importante disminución de mis posibilidades pero, en fin, esperemos que el otoño me traiga nuevas ideas y nuevos contenidos porque una entrada diaria es mucho material fotográfico.

Estos días se cumple un año desde que dejamos todo atrás para emprender esta nueva vida. Un año ya… cómo pasa el tiempo.

Todo empezó con un pequeño dolor de espalda. Al cabo de un mes y de varios médicos consultados todavía no descubrían qué me pasaba y el dolor seguía. A esas alturas ya habíamos gastado tanto dinero en médicos que decidimos viajar a España para continuar con las pruebas con la esperanza de que fuese un diagnóstico menor, en cuyo caso el viaje nos serviría para pasar un tiempo con mi familia, comer un poco de jamón y disfrutar de las navidades en Madrid. Y si resultaba que era algo importante, pues ya veríamos qué hacer. Por lo pronto allí quedó todo cerrado: los trabajos, la casa, las cuentas… todo. Ya habría tiempo de volverlo a abrir todo si resulta que teníamos que volver a Chile.

Pero no tuvimos que volver. Al contrario. Las pruebas dieron los peores resultados posibles y me diagnosticaron cáncer de pulmón. Además un cáncer muy feo y complicado porque es una mezcla de los dos tipos de cáncer de pulmón que existen, uno conocido como el cáncer de los fumadores y otro como el de los no fumadores. La gente, por lo general, tiene uno de ellos.

Yo tengo los dos.

El resto ya es más o menos conocido por los lectores del fotonauta porque he ido llevando el blog como una especie de diario, desahogo, carta abierta, rincón de pensar… de todo un poco. El caso es que aquí estamos, tratando de levantar cabeza día tras día, pensando que tal vez todo sea un mal sueño del que vamos a despertar en cualquier momento y aterrados ante la idea de quedarnos solos en el mundo.

Pero poco a poco parece que hemos encontrado cierta estabilidad mental. Por lo menos no nos pasamos las horas llorando y compadeciéndonos, ni medio deprimidos, ni nada de eso. Intentamos seguir adelante con la cabeza alta, afrontando la verdad con entereza y valentía, con honestidad y con amor propio, buscando la manera de potenciar las bromas para reír lo más posible y que nuestro amor se base en la felicidad siempre. Si ha de quedar algún recuerdo que sea un recuerdo alegre y vital, un recuerdo que den ganas de recordar, un recuerdo limpio y feliz.

El amor está siendo nuestra tabla de salvación conjunta. Aquí vamos los dos subidos, haciendo lo imposible para mantener el equilibrio y no caernos, así que yo sostengo a mi chica y mi chica me sostiene a mí. Para eso es necesario que ambos saquemos fuerzas de forma individual de algún otro lugar. En mi caso es el fotonauta y en su caso es su familia.

Con eso se completa el cuadro de salvadores de esta extraña pareja que aún cree en el amor.


Una extraña pareja


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