Hay personas que hacen la siesta y otras que no. Las que la hacen, me refiero evidentemente a su disfrute durante los fines de semana, en vacaciones, cuando tienen (tenemos) tiempo libre. Obvio que si amas la siesta, por poco que pudieras, la harías cada día, pero como normalmente se tienen obligaciones... quedan bastante relegadas a los momentos libres y de ocio.
Es también extraño que los que la amamos pero al mismo tiempo somos hiperactivos y queremos exprimir al 100% los días, las horas, los minutos... nos sabe hasta mal "perder" esas horitas de sol (sobre todo en primavera y verano cuando los rayos de sol estallan ahí fuera y tu te metes en la cama - siesta de cama, por supuesto, cama y pijama, faltaría más-). Y es por eso... que sientes que tienes una extraña relación con la siesta. Una dependencia. Un sábado no es un sábado sin siesta. Tampoco un domingo, ni tampoco los viernes con las tardes libres.
No se me olvidará la cara que alguien puso ante mi pregunta: "¿Tu eres de siesta?" y su rostro se iluminó al ver que podíamos disfrutar también de ese momento. Compartir algo tan placentero como una rica siesta.
Foto: Anna Alfaro
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