Revista Cultura y Ocio
El principio de legalidad de la actividad masónica descansa en buena medida en lo que denominamos normas escritas. Dentro de éstas destacan las que se conocen bajo la denominación “carta patente” o “patente” sin más. Las patentes son otorgadas por unas organizaciones masónicas a otras. En concreto, por aquellas que son titulares de un determinado derecho o acreditada e indiscutida legitimidad histórica, a otras entidades que desean, por ejemplo, poner en práctica un sistema ritual concreto que trae causa de tal derecho o indiscutida legitimidad.Con ocasión de la reciente publicación en nuestro país de un acertado artículo firmado por el prestigioso historiador Roger Dachez, se ha podido ver reproducida en varios blogs, tanto en lengua española como en inglés, la imagen que abre este artículo. Tal divulgación ya había tenido lugar anteriormente en otros espacios, según he podido comprobar. En un primer momento se pretendió con ello dar soporte a una tesis según la cual, el sistema filosófico materializado en el Rito francés, salió del continente europeo acompañando a la corte portuguesa que partía hacia el Brasil huyendo de la ocupación napoleónica. Más recientemente, con la nueva divulgación se ha tratado de desacreditar al profesor Roger Dachez, quien en su artículo dedicado a la transmisión del los grados capitulares del Rito francés, manifestó, entre otras muchas cosas, no haber localizado en los archivos del Gran Oriente de Francia rastro documental que apoyara tal supuesto proceso histórico de transmisión y contagio ritual transoceánico.Hemos de decir que la famosa “Carta Patente” que circula por la red es falsa.Los lectores pueden apreciar en la imagen un documento aparentemente firmado por un Gran Maestro del Gran Oriente de Francia. ¿Quién es ese Gran Maestro? Ni más ni menos que Jean Michel Quillardet. Creo que será muy fácil hacer la comprobación pertinente y reconocer su grafía, por ejemplo, en las sucesivas ediciones de la Constitución y el Reglamento del Gran Oriente de Francia hechas bajo su mandato.La supuesta “Carta Patente”, de la que no podemos ver el reverso, ni comprobar la existencia de sello alguno, aparece firmada el 19 de junio de 2004. En tal fecha Jean Michel Quillardet no formaba ni tan siquiera parte del Consejo de la Orden. Tardaría nada menos que 15 meses en asumir esa responsabilidad y colocarse a la cabeza del Gran Oriente de Francia, hecho que se produjo en septiembre del año 2005. El 19 de junio de 2004 el Gran Maestro del Gran Oriente era Bernard Brandmeyer. Se hallaba en su primer año de mandato y dimitiría mediado el segundo, concretamente en abril de 2005. Le sucedería como Presidente del Consejo de la Orden Gérard Pappalardo, quien estaría cinco meses al frente de la Obediencia para ceder finalmente el testigo a Quillardet. Esa es la sucesión temporal que también cualquier lector podrá comprobar sin dificultad, quedando descartada además de la autoría –así lo ha puesto de manifiesto la propia persona concernida-, la posibilidad de estampar firmas con carácter retroactivo.Dejando bien claro, como ya lo hemos hecho otras veces, que en Portugal hay legitimidad sobrada en torno a la práctica del Rito francés (el Gran Oriente Lusitano es una potencia masónica firmante de la Carta de Lisboa en abril de 2011), no podemos desde Memoria Masónica menos que poner de manifiesto cuanto antecede. Cada lector sabrá sacar las mejores consecuencias, sabiendo diferenciar entre quienes han difundido el documento de referencia de buena fe y quienes lo han hecho albergando algún propósito diferente.Et si omnes, ego non.