Sábado 16 de julio, 21:30 horas. Festival de Aix-en-Provence. Verdi: La Traviata
Natalie Dessay (Violetta Valéry), Ludovic Tézier (Giorgio Germont), Charles Castronovo (Alfredo Germont), Adelina Scarabelli (Annina), Sylvia de La Muela (Flora Bervoix), Manuel Núñez Camelino (Gastone de Letorière), Kostas Smoriginas (Barone Douphol), Andrea Mastroni (Marchese d’Obigny), Maurizio Lo Piccolo (Dottor Grenvil), Rachid Zanouda (comédien). Estonian Philharmonic Chamber Choir, London Symphony Orchestra, Mikk Üleoja (director del coro). Realizador: Don Kent. Escenografía: Jean-François Sivadier. Decorados: Alexandre de DardelProducción:Bel Air Média / ARTE France. Director musical:Louis Langrée. Virginie Gervaise (vestuario), Philippe Berthomé (iluminación), Cécile Kretschmar (maquillaje - peluquería).Cual retransmisión televisiva del canal francés arte, pero gratis (en tiempos del Canal Satélite Digital había que pagar) y por internet, me planté esta noche lluviosa asturiana delante del ordenador conectado a la cadena de música para ver y escuchar la anunciada como "La Traviata de Dessay en Aix-en-Provence", y la verdad que cuestiones de sonido aparte, pues nunca es igual que el directo, el resultado global ha sido flojo aunque fuese de menos a más.
No se pueden perdonar gallos ni intentar suplir algunas carencias técnicas con las dramáticas en el terreno actoral, y en parte la Dessay estuvo irregular en lo canoro (qué distinta la del MET 2009), máxime las arias y dúos archiconocidos donde el italiano Castronovo pareció contagiarse, y la Dessay no es la Netrebko. como tampoco él sea KaufmannAl menos el final quedó algo más equilibrado este dúo histórico de la lírica, pues como ya apunté, la obra fue vocalmente de menos a más.
Para mí el triunfador fue Tézier, poderoso y convincente vocalmente pese a su presencia juvenil algo "exagerada" para padre de Alfredo, aunque todo el reparto pecó precisamente de ello, sobre todo ante los primeros planos que no encajaban lo escuchado, el argumento y la imagen.
Bien la Flora de la Muela y en su sitio el tenor argentino Núñez Camelino como Gastón, el bajo-barítono Smoriginas en su Douphol, así como el Grenvil de Lo Piccolo
El coro estonio (al que también dirigió mi admirado Paul Hillier) puso la máxima calidad tanto musical (conocida en otros repertorios) como escénica (difícil en este tipo de formaciones vocales), igual en conjunto como voces blancas y graves por separado, sobre todo en la escena de un carnaval sin toreros ni gitanas (por supuesto sin panderetas).
La siempre dúctil orquesta londinense perfecta bajo la dirección de un Langrée que cuidó tiempos (tirando a pausados) y respiraciones, mimando toda la parte musical.
Sobre la puesta en escena de Sivadier decir que no me aporta nada nuevo en su pretendida actualización temporal, con decorados mínimos (parece ser la tendencia) donde las luces logran el ambiente y buscando en los personajes más la eterna juventud desde un dramatismo escénico algo exagerado, que el doloroso amor de los protagonistas, obviando muchos aspectos del libreto como viene siendo normal en los actuales escenógrafos, y una Violeta maquillada permanentemente con lágrimas incluso para los pocos momentos felices.
De agradecer estas alegrías veraniegas con títulos eternos como este de Verdi donde el reparto vocal no estuvo lo equilibrado que hubiera deseado, lo que dejó cojo el resultado global, pero siempre disfruto con la música.