Revista Sociedad

Una fortaleza llamada Europa

Publicado el 19 junio 2018 por Salva Colecha @salcofa

 Han pasado ya unos días desde la llegada de los náufragos del Aquarius a Valencia y la verdad es que temo que la noticia se vaya diluyendo como un azucarillo en una piscina a Una fortaleza llamada Europagolpe de titulares ribombantes. Temo que acabemos olvidando que Aquarius es algo más que una bebida refrescante y que se nos vaya de la cabeza que en pleno SXXI había un barco abandonado en el mar, lleno de inmigrantes peleando por sobrevivir, con más de 100 niños a bordo al que  nadie quería dar refugio y  que algunos  brindaron con champagne al verlo alejarse de sus costas en lugar de preguntarse que hubiese pasado si fuesen “los suyos” los que estaban a bordo. Convendría tener en cuenta Una fortaleza llamada Europaque nos llamaron populistas y postureros por hacer algo que haría, sin pensarlo, cualquier persona decente. Es algo así como si te estás ahogando en una piscina, llega un tio a salvarte y le dices “deja que me ahogue, has venido sólo para impresionar a tu pareja”. Si salvar a alguien es postureo, bienvenido sea ¿No os parece? No es que sea yo muy vengativo (lo justo) pero deberíamos grabarnos todo lo que nos han dicho con un punzón en la puerta de casa para que no se nos olvide, con rayitas y tal como debe estar ya marcando Urdangarín los días que lleva “a la sombra”.

Pero como decíamos, el hecho de que en España por fin sucedan cosas sorprendentes como que tengamos un poco de personalidad en Europa y que seamos capaces hasta de ver encerrado al cuñado del Rey (vamos por buen camino, el objetivo puede ser Islandia) no

Una fortaleza llamada Europa
debe hacernos olvidar el camino que emprendimos siendo la voz digna frente a la fortaleza inexpugnable en que se está convirtiendo una Europa que no entiende que muy mal han de estar las cosas como para que meter a tu hijo en el agua te parezca algo “más seguro”. Frente a una Europa que parece débil, atemorizada y empeñada en encerrarse en unas murallas creyendo que les van a “proteger” de algo (al final ni la Gran Muralla China sirvió de mucho)  el  nuevo gobierno ha entrado en el debate por la vía de los hechos, atendiendo al Aquarius y anunciando que quiere retirar  las concertinas, esas  picadoras de carne que tenemos instaladas en Ceuta y Melilla y que  en realidad son doce kilómetros de paisaje propio de Vlad “El Empalador”
Una fortaleza llamada Europa
dedos cortados, heridas abiertas en brazos y piernas, un espanto medieval para asustar a todo el que se acerque a nuestra Europa moderna aparentemente respetuosa y social pero que es miope, acomplejada dentro de sus muros e incapaz de asumir sus propios compromisos. Imagina que de los 160.000 refugiados que los países europeos se comprometieron en 2015 a aceptar se han reubicado el 22%. A España tenían que llegar 17.000. El gobierno del PP trajo a 2.400 y esto no tiene pinta de mejorar porque a la lista de los que abiertamente decían “nones” a aplicar los acuerdos de acogida de los migrantes; Polonia, Hungría y Eslovaquia, ahora hay que sumar a Italia y Austria ¡Ah! Y puede que el próximo sea Alemania donde parece que el gobierno de Merkel se esté resquebrajando como un botijo reseco. El panorama es como para ponerse a llorar, si no les paramos los pies los muros de Trump parecerán cortinas con visillos al lado nuestro.

Estos días algunos me habéis dicho de todo. Hasta Paco me decía que si no me daba cuenta de que con “el buenismo” estaba siguiendo el juego “a los que mandan” y hasta me hizo pagar su café. Resulta sorprendente ver como todavía hay tanta gente que no entienda

Una fortaleza llamada Europa
eso de que puede ser hasta egoísta aceptar inmigrantes, nos hacen falta. Vivimos en un continente envejecido donde, si  no por humanidad y legalidad (valores que parece que no vendan demasiado, y así nos luce el pelo),  sí por propia supervivencia necesitamos inmigración, si no ya me dirás como vamos a pagar nuestras jubilaciones si estamos envejeciendo a marchas forzadas. Además hay hechos que se han de hacer porque sí, porque no podemos permitir que mueran personas a nuestras puertas sin que hagamos nada más que construirnos un castillo enmoquetado donde estar calentitos, eso estaba bien en la Edad Media y porque si la Historia nos ha enseñado que la Humanidad creció con la caída de las murallas no vamos a construir nosotros unas nuevas y reducirnos al ostracismo. No podemos ser tan inhumanos, mis convicciones me lo impiden aunque me cuenten la “falacia de la invasión” intentando ocultar el miedo al cambio que igual nos lleva a tiempos oscuros donde también se hizo un censo de personas, como  propone Salvini en Italia con los gitanos. Además ¿os cuento un secreto? Me importa muy poco la causa por la que un Gobierno quiera hacer algo bueno, a mí me importa que lo haga. Y mucho mejor que tenga en cuenta al gran Gino Bartali cuando decía aquello de  El bien se hace, pero no se dice, ¿si no qué bien es ése?


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista