Hay una España que se está marchando aunque aún quiera resistir con maneras tragicómicas. Esa España del Toro de Tordesillas y su barbarie que cita a la tradición como fuente de validez moral; la de Francisco Granados insultando desde la cárcel a la comisión de investigación que le acusa de ser un ladrón con pretensiones de impunidad; la de Rita Barberá refugiada en ese cementerio de elefantes que es el Senado entre calores, caspa y retrechería. Como los ocho millones de votos que ha perdido el PP y el PSOE desde 2008, año que empezó esta crisis/estafa. Y hay otra España que está emergiendo. Que ya tiene cinco millones de votos. Y que tiene que encontrar su propia voz fuera del teatro electoral. Que no busque simplemente representar a España, sino que la ayude a llevarla hacia su futuro.
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