Revista Diario
Sábado por la noche. Cena de capricho. Después de toda una semana de acelgas, espinacas y judías, qué menos que regalar a mis enanos, y a los mayores también, una cenita de pizza, patatas fritas, calamares a la romana, gambas...Cuando el plato de los frankfurts y la pizza estaban a punto de desaparecer le digo a mi pequeño gran hombre: come una gamba que es buena para el cerebro. O al menos es lo que a mí me decían de pequeña, que tenía algo así como fósforo e iba bien en épocas de estudio. ¿Qué mama? Eso me lo dice cada vez que no entiende algo. Síiii, que va bien para la cabeza, para pensar. Silencio dramático y respuesta: Ah, ya sé, es porque las gambas piensan mucho ¿verdad mama? A eso se le llama asociación de ideas. Sí señor.