Ya sé, estamos locos, pero mis hijos y yo ya estamos tachando los días en el calendario, empezando la cuenta regresiva para el regreso a clases. Nos urge. Ya fueron demasiadas vacaciones. He dicho.
Ya nos fuimos de viaje. Ya regresamos. Ya pintamos, cocinamos, armamos rompecabezas, construimos fortalezas debajo de la mesa y entre los sillones, jugamos con bloques de madera y plastilina, hicimos manualidades, salimos a jugar en la lluvia, fuimos al cine, hemos visitado mil veces a los abuelos, hemos invitado a amiguitos a jugar y a dormir… ya no se me ocurre nada más.
Mis hijos pasan horas revolcándose en los sillones de la sala, su lugar favorito para no hacer nada. Miento. Es su lugar favorito para sentarse (o acostarse) y lamentarse:
―Mamá, no tenemos nada que hacer…
Como si no hubiera pelotas, trenes, carritos, camiones, muñecas, aviones, carriolas, dinosaurios, cuentos, películas, bicicletas, cocinita, crayolas, plumones, juegos de mesa, disfraces, legos, ponis y princesas… no, hagan de cuenta que no hay nada aquí en la casa más que dos sillones que sólo sirven para una cosa: sentarse y quejarse.
Todos los días, Pía mira el calendario y suspira:
―Ohhh… creo que todavía faltan muchos años para que regresemos a la escuela.
El otro día, tratando de buscar alguna actividad que pudiera ser novedosa para ellos, les pasé sus instrumentos musicales. Éstos no siempre están a su alcance por consideración hacia nuestros vecinos. O sea, yo puedo apreciar su fabuloso concierto de trompeta, flauta y tambor, pero mis vecinos que ni la deben ni la temen…
En fin, busqué entre todas las cosas que estaban arriba del clóset y se los bajé. Pensé que eso los mantendría ocupados por un rato.
A los 10 minutos, me llamaron para que asistiera a ver su show. Me pusieron una silla en donde me senté (preparada mentalmente) para escuchar su hermosa melodía.
Con cero entusiasmo, ninguna sonrisa, gran lentitud y completa monotonía de voz, anunciaron:
―Señoras y señores, con ustedes… “Los Aburridos”.
Hicieron su música lo más aburrido que pudieron, provocando en mí grandes carcajadas. Bola de payasos. Les boicoteé su plan de aburrimiento. Trataron de resistirse, pero finalmente no aguantaron la risa.
Un día menos. Lo logré. Ahora, sólo faltan 13 más…