Hay un padre alcohólico y una madre que se va. Una hermana muerta y otra punk. Hay humor, amor y desesperación en esta novela agridulce en la que Jamie, con sus solo diez años, nos descubre algunas verdades de la vida.
Mi hermana vive en la repisa de la chimenea escapa por lo pelos del sentimentalismo lacrimógeno de los estrenos TV de la tarde del domingo. Solo el sentido del humor la libra del melodrama. Su lectura es ágil, vocabulario sencillo, frases cortas, propias de un niño. Inspira ternura, a veces una pena profunda, otras indignación, pero también risas.
Es una historia con corazón, pero le falta peso.
Esta historia la he leído por gentileza de 24symbols