"Ella iba en el tren. La última vez que hablé con ella fue a las 20:35 y me dijo que iba llegando a Santiago. Cinco minutos después fue el accidente"
(Cuenta de Twitter de Luis L.)
Cuando sucede una tragedia de tales dimensiones y que afecta a tantas personas, soy partidario de personalizar. Hablar de este tipo de tragedias es hablar de nombres propios. Sólo así podemos tomar consciencia del horror más allá de las cifras.
Yo he decidido contarles la historia de Yolanda. Yolanda era una chica Mexicana guapísima de tan sólo veintidos años de edad. Procedía de Veracruz y había dejado a su familia y a su novio en su país para embarcarse en una apasionante aventura:-"Me voy a España" (decía como loca de contenta). La alegría de Yolanda, contrastaba con los miedos de Luis (su novio):-"No me vaya a olvidar mientras esté en España".
El azar quiso que, para el intercambio, le cayera en suerte la ciudad gallega de Santiago y todo eran planes de futuro y emociones propias de una joven que quería comerse el mundo.
Ese fatídico azar, le reservaba la más trágica de las sorpresas, pues quiso que Yolanda se encontrara en uno de los vagones que descarriló a tan sólo tres kilómetros de la estación de Santiago, en la localidad de Angrois. Allí perdería la vida junto a -en el momento de escribir este texto, esta es la cifra exacta- ochenta personas más.
A partir de ese momento comenzó el periplo de su novio que, desde Veracruz, intentó localizarla sin éxito alguno. Una vez más, la tan denostada por el poder:"red de redes", consiguió unir a toda la gente. Twitter ardía y las súplicas de su novio a través de la red social, pronto tuvieron una respuesta masiva de gente que se hizo eco de la angustia. "Se llama Yolanda.... es Mexicana, tiene 22 años y estudia en la Universidad de Santiago. Está de intercambio. Viajaba en el tren en el momento del accidente. No sé nada de ella, por favor ayúdenme. Haz RTT" (pedía Luis).
Transcurrían las horas y no llegaban noticias de Yolanda. Renfe estaba colapsado y los teléfonos no daban abasto, las comunicaciones estaban desbordadas. Luis y la familia de Yolanda, no perdían la esperanza. Nunca la perdieron. ¿Quizás Yolanda se encontraba inconsciente ingresada en algun hospital?.
A muchos este suceso nos recordaba otras situaciones, otras tragedias, otros horrores vividos, quizás en primera persona, años atrás y por otras circunstancias mucho más macabras, pero con un nexo: "El teléfono al que llama, está apagado o fuera de cobertura en este momento. Inténtelo de nuevo más tarde".
Si tenemos que hacer un análisis de todo lo sucedido, en ésta como en otras circunstancias, nos quedamos con la respuesta del pueblo. Si algo hay que sacar positivo de este terrible infierno vivido en la curva de A Grandeira, es la demostración una vez más de que -señores políticos tomen nota- mi país está lleno de gente maravillosa y solidaria. Otra vez se ha demostrado que cuando hay que arrimar el hombro somos uno. Los bancos de sangre se desbordaron en los hospitales, los bomberos dejaron aparcadas sus reivindicaciones laborales y trabajaron a destajo, los hoteles cedieron habitaciones gratuitamente a los familiares de los afectados, los médicos trabajaron horas de más y los que estaban de vacaciones volvieron a sus puestos de trabajo... Había que arrimar el hombro. "Teníamos que estar allí" (decía uno de ellos). La Policía coordinó la situación en todo momento de manera ejemplar y sin escatimar recursos....
Los habitantes de Angrois, acudieron en masa con: mantas, hachas, radiales, picos...todo lo que fuera necesario para asistir a la gente que pedía auxilio desde el interior de los vagones. Ellos son los héroes de esta tragedia. Por ellos, y sólo por ellos, vale la pena vivir en este país en el que vivimos. Una vez más, me quedo con el mejor ejemplo de Amor que hemos dado como país. Quizás, sea el único ejemplo de amor verdadero. El que nos hace a todos iguales: a reyes, a ricos, a pobres. No sabe de edades, ni de colores, ni de ideologías.
Cuentan que, en la ciudad de Nueva york, aún es la fecha y cada vez que un bombero entra en una cafetería, tiene el café pagado de antemano y silenciosamente por algún ciudadano anónimo. No han olvidado la labor de los bomberos en el 11-S. No nos olvidemos tampoco de nuestros profesionales, tan criticados y denostados en algunas ocasiones, que dieron su vida y la darán sin dudarlo por cualquiera de nosotros: GRACIAS!!!!. Quizás, este sea el mejor ejemplo de amor verdadero. AMOR con mayúsculas.
El final de la historia de amor de Luis y Yolanda, se escribe con letras de sangre. Se escribe con letras de tragedia. Ya no habrá final feliz, ni comerán perdices. El cuento de hadas se estrelló macabramente contra una realidad plagada de injusticia, de brusquedad, de -¿por qué no?- insensatez. Ya no habrá regreso triunfal a Mexico. Ya no habrá una oportunidad más. Luis y Yolanda no se volveran a ver nunca más. El miedo, las consecuencias, residen en ese NUNCA precisamente; ese nunca que da paso, una vez más, a una historia de amor desgraciadamente interrumpida.
D.E.P. Yolanda y todos los fallecidos en Angrois, aquel fatídico 25 de Julio de 2013.