Revista España

Una historia de amor junto al viaducto

Por Manugme81 @SecretosdeMadri

Siempre vinculado con el lado más triste y apenado de Madrid el viaducto de la Calle Segovia también guarda entre sus muchos recuerdos un agradable y romántico relato.

Siempre nos mira con aspecto melancólico, seguramente contagiado por los trágicos desenlaces que se ha visto obligado a presenciar. El viaducto de la Calle de Segovia es una de esas construcciones de Madrid que no dejan indiferente, primero por su notable figura y segunda por la historia que arrastran. Acuñado por muchos como el 'Puente de los Suicidas' por motivos obvios, entre tanto abatimiento, rebuscando entre su pasado también encontramos un resquicio para un bonito y conmovedor relato.

Desde que fuese inaugurado en el año 1874, sus 23 metros de altura hicieron que los madrileños y madrileñas más desesperados recurriesen a él para poner fin a sus vidas. De hecho, una semana después de su puesta de largo ya contaba con la primera muesca de esta aciaga cuenta. No fue mucho después cuando se produjo la historia de la que se hizo eco el cronista Pedro de Répide y que os quiero transmitir en esta ocasión.

Según parece, en el año 1875, llegó hasta el viaducto una hermosa joven perteneciente a una buena familia. Su paseo tenía un firme propósito, terminar con su vida precipitándose desde lo alto de nuestro protagonista. ¿El motivo? Como siempre suele suceder en estos casos, el amor. Por lo visto se había enamorado locamente de un aprendiz de zapatero de Carabanchel (hay quien apunta a que realmente se trataba de un tabernero). El caso es que sus padres no veían con buenos ojos esta relación con alguien a quien consideraban de una clase inferior, de hecho le prohibieron consumar el matrimonio, a pesar de la insistencia tanto de él como de ella.

En vista de que nunca recibiría el permiso de sus padres para emprender una vida y un futuro con su amado decidió poner fin a sus días suicidándose. Lo sorprendente de este relato es que, cuando la chica saltó al vacío, las faldas y las enaguas de su vestimenta actuaron como un paracaídas, inflándose y minimizando los daños. De este modo, las lesiones se quedaron en una fractura de tobillo en el momento de aterrizar, con mayor o menos suavidad, sobre el firme adoquinado de la Calle Segovia. (Otra versión menos "fantástica" dice que los ropajes de la dama realmente se engancharon de las ramas de algún árbol, frenando así su mortal caída).

El caso es que la chica sobrevivió y sus padres, en vista de lo ocurrido, decidieron cambiar de opinión y terminaron por aprobar su casamiento. Un matrimonio que al parecer resultó muy feliz y fructífero ya que nuestra protagonista falleció durante el parto de su decimocuarto hijo.

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