El pasado fin de semana estuve en Novellana y como siempre que voy me acerqué a uno de mis "lugares secretos", un pequeño trocito de monte donde veo asiduamente a las martas, los zorros y muchos otros animales sin que por ahora nadie les moleste y sin que nadie me moleste a mí, algo que cada vez aprecio más.
Nada más llegar me sorprendió un Ratonero (Buteo buteo) que salió volando de un pequeño claro cuando sintió mis pasos. Al acercarme, en el lugar de donde había salido encontré una gallina muerta y parcialmente desplumada. Era demasiado grande para que el ratonero la hubiera cazado y llevado hasta allí, por lo que el que tenía todas las papeletas de haber cometido el gallinicidio era el zorro, que tenía su madriguera a pocos metros del cadáver. Pero otra cosa que me llamó la atención fue que la gallina era gris y grande, muy parecida a las que tiene mi tío en su casa en el pueblo. Lo que faltaba, el zorro había matado a una de las mejores gallinas de mi tío a pesar de que él se encarga personalmente de cerrar el gallinero cada noche.
Quería ver quién acudiría al funeral de la gallina, así que coloqué una cámara de fototrampeo y la dejé hasta el día siguiente. ¿Volvería el ratonero? ¿Aparecería la raposa a recuperar su supuesto botín? ¿Se uniría alguien más a la fiesta? Solo había que esperar y ver las imágenes al día siguiente.
Al descargar la cámara comprobé que habían aparecieron los que se esperaban y además un visitante inesperado. Un tejón, del que curiosamente nunca había visto ningún rastro en la zona, se pasó a olisquear las plumas de la gallina.
Pero lo que la cámara no pudo averiguar fue quién había sido el que había llevado a la gallina hasta allí y aunque todas las pruebas apuntaban al zorro, la realidad iba a demostrar que como suele ocurrir muchas veces, las apariencias engañan.
Esa misma tarde subí al pueblo a visitar a mis tíos, y en medio de la conversación salió el tema de la gallina. Les pregunté si les había desaparecido alguna hacía poco y mi tío me preguntó que cómo lo sabía, para decirme luego que se le había muerto una hacía un par de días, una que ya era vieja y hacía tiempo que estaba mala.
Luego y para sorpresa mía, me comentó que los últimos días, cuando había ido a dar el paseo se había encontrado con la raposa y que "seguro que la probe estaba muerta de fame y a lo mejor estaba preñada". Así que cogió a la gallina muerta, la metió en una bolsa y la llevó al pequeño trocito de monte donde sabía que andaba, porque "mejor que enterrarla, que se la coma ella".
«Nada resulta más engañoso que un hecho evidente» (Sherlock Holmes)