Hacer siempre lo mismo esperando lograr algo diferente, es la estrategia de la locura. Entonces cada vez que busquemos mejorar un resultado, un vínculo o lo que sea, tendremos que reflexionar sobre nuestras acciones y comportamientos, los que a su vez están condicionados por nuestros modelos mentales, marcos interpretativos, paradigmas culturales, etc.
Si definimos al aprendizaje como el proceso mediante el cual aumentamos nuestra capacidad de logro, entonces podemos atender este proceso desde difernetes niveles.
Simplificando las cosas, veamos dos de estos niveles…
- Aprendizaje de lazo simple: es aquel mediante el cual conseguimos mejorar nuestra efectividad haciendo lo mismo mejor. Este aprendizaje produce lo que se denomina “mejora continua”.
- Aprendizaje de lazo doble: es aquel mediante el cual conseguimos aumentar nuestra capacidad de acción efectiva alterando el modelo interpretativo desde el cual actuamos. O sea: interpretar de manera diferente una situación, para ver cosas que desde la interpretación original no veíamos y así disponer de estrategias de acción que desde la mirada anterior no podíamos siguiera imaginar. Este aprendizaje deriva en lo que llamo “mejoras revolucionarias”.
Para quienes están comprometidos con mejorar o facilitar mejoras en algún campo vital, adquirir destrezas de aprendizaje de lazo doble abre una potente ventana de posibilidades, como líderes, como gerentes, como personas. Esta es la razón por la que con cierta frecuencia traigo este tema al blog.
La realidad queda definida por el punto de observación desde donde mira el sujeto. Si el sujeto (individual o colectivo) mira su realidad desde un punto diferente, entonces cambia el mundo que se presenta ante él así como su significado. Veamos un ejemplo histórico mencionado por Nardone y Watzlawick en L’arte del cambiamento.
Durante el siglo XV el poder imperante de la Iglesia católica se enfrentó al problema del culto pagano al agua que se practicaba en los campos toscanos. La gente del lugar profesaba y practicaba cultos específicos a las divinidades del agua de algunas fuentes a las que se atribuían poderes sobrenaturales. Las autoridades eclesiásticas intervinieron de manera decidida, reprimiendo violentamente aquellas creencias y destruyendo los lugares de culto cercanos a las fuentes milagrosas.
Pero ni siquiera el recurso de la represión violenta sirvió para eliminar el culto a las divinidades del agua. Se cuenta que en 1425, San Bernardino y otros sacerdotes, luego de intentar sin éxito que sus sermones dieran resultado en este sentido, encontraron una solución y pusieron en práctica una jugada decisiva.
Contruyeron iglesias sobre las ruinas de los templos paganos [lo mismo hizo la Iglesia en innumerables lugares alrrededor del mundo] que consagraron al culto de María, la Madre de Jesús (dos ejemplos de esto son la iglesia de Santa Maria delle Grazie, cerca de Arezzo, y la capilla de la Madonna del Parto, en Monterchi). Y ellos mismos comenzaron a promover el culto de aquellos lugares afirmando que las fuentes poseían virtudes milagrosas por efecto de la presencia de la Virgen.
Más allá de las cuestiones éticas vinculadas a esta maniobra, me interesa mostrar cómo lograron alterar la percepción religiosa y las creencias populares, y modificar el comportamiento de la genta llevándola al culto cristiano de la Virgen.
En una situación en la que ni las predicaciones ni la represión violenta habían dado resultado alguno, tuvo éxito un movimiento estratégico que actuaba sobre el nivel de las mismas creencias y cultos populares, pero que introducía en ellos una nueva variable que cambió por completo la perspectiva, el significado, la intepretación colectiva de los fenómenos que habían dado origen al culto. Así se logró modificar los comportamientos.
Espero que tomes esta historia como un ejemplo de los efectos que las modificación del marco interpretativo puede tener en los comportamientos, que te sea de utilidad para comprender el punto y que dejes tus comentarios que siempre nos enriquecen. ¡Muchas gracias!
Por Andrés Ubierna.