Queridos amigos, hoy nos cambiamos de país. Y como no es muy habitual en El Purgatorio, no quiero que os atragantéis al leer esta entrada ni tampoco que os de un soponcio, así que, no se me asusten que no me he ido al lejano Oriente ni tampoco he cruzado el charco. Sólo me he desplazado unas millas al Oeste, y así, poco a poco, lo que se dice al merme, me he despertado en Portugal. ¡Bem-vindinhos a Valença do Minho!
Gallitos típicos y pacíficos, aquí no se pelean.
Valença es un entrañable pueblecito muy cercano a Tuy en Pontevedra. Hacía años que no venía y confieso que disfruté la visita como si fuera la primera vez. De hecho, era mi primera vez como Sylvie Tartán y aunque no lo creáis, ¡todo había cambiado!
Además antaño no podría haber disfrutado de esta nueva identidad ya que te pedían el pasaporte o el D.N.I para pasar la frontera y por mucho que les jurara que me llamaba así a los agentes aduaneros, me da a mi, que ni con la mejor de mis sonrisas, me permitirían la entrada al país.
San Teotónio, el primer santo de Portugal, que nació y vivió en Valença hasta los diez años.
Para caminar por este bello pueblo fortificado, tened en cuenta que su suelo es empedrado, así que os aconsejo que hagáis lo mismo que yo. Calzaos unas buenas zapatillas que combinen bien con las bolsazas de plástico de distintos colores que iréis adquiriendo en vuestro particular portugal-shopping. Así que dejaos los taconazos para mejor ocasión salvo que queráis ir haciendo equilibrios toda la jornada.
Con camiseta de Amai Rodríguez, chaqueta de Ted Baker, pitillos de H&M, zapatillas Superga y shopping bag de Gucci.
No os voy a aburrir con datos históricos, geográficos, etc. que podéis encontrar en http://www.cm-valenca.pt/, el portal oficial del Ayuntamiento y traduciros vosotros tranquilamente en vuestra casa. Noooooooooo, no quiero quitaros la ilusión de comprobar que entendéis bien el portugués escrito y sois perfectamente capaces.
Aquí simplemente vais a encontrar una crónica superficial, ligerita, y apta para todo tipo de lector, aderezada sólo con un puñado de fotos que constituyen su esencia.
Portugal como sabéis es un país con un sentido de la religión muy acentuado y por eso en Valença, a pesar de su poca extensión, hay varias iglesias y pequeños altares a lo largo de sus calles y en las casas particulares de sus habitantes. Se respira devoción a la Virgen de Fátima a la que se venera no muy lejos de allí.
Vírgenes de Fátima.
Altar de una de sus iglesias sita en la Travesía do Bom Jesús.
Capillita en plena calle.
Campanario con veleta.
Otra de las riquezas de Portugal son sus vinos, no sólo el dulce Oporto sino también otros muchos.
Típico de aquí es su vinho verde que corrí rauda a comprar y me quedé sorprendida cuando al entrar en la tienda y hacer mi petición, me preguntaron si lo quería blanco o tinto. "Pero, ¿no era verde?" Vale, sí, tengo muchas lagunas todavía con el vino y estas cosas conviene no contarlas para mantener un poco de credibilidad en mis narraciones. Olvidaos del escabroso tema.
El caso es que me decanté por el blanco y por uno bastante económico. ¡Ni se os ocurra imitarme!
Vino verde acompañado de gallo azul.
Curiosamente, Valença también es un pueblo con numerosos anticuarios, en los que puedes encontrar lógicamente, no sólo antigüedades autóctonas sino también de otros países.
Y también reproducciones de antigüedades como estas campanas del Titanic. ¿O son auténticas? ¡Todo es posible en Portugal! Sólo hay que saber buscar, imaginar y disfrutar.
Y hablando de antigüedades no puedo dejar de haceros una especial reseña de Antiguedades Carranza, cuyos propietarios, Luis María de Meñaka y María Cividanes, tienen un gusto exquisito que reflejan en las maravillosas piezas que allí podréis encontrar.
Como por ejemplo, estos curiosos "plancha corbatas" de la época victoriana.
Este hierro para calentar la tetera en la chimenea.
Estos maravillosos platos de la Compañía de Indias, de la época Kang-shi que, según mis investigaciones tienen un valor, no incalculable, pero que calculándolo yo no pude comprar.
Este sagrario reconvertido en librería, ideal para mi amigo Carlos -filólogo, ávido lector y ateo de vocación- que seguro aplaude el destino laico del mueblecito.
Espejo Art Nouveau.
También podremos encontrar buenas joyerías, tanto con artesanía típica portuguesa como con marcas por todos conocidas. A mi me encantan los pendientes largos tradicionales de esta tierra.
En menaje, ropa de casa, toallas, sábanas, y todo tipo de elementos decorativos, Valença no os va a decepcionar. Eso sí, los precios desde la llegada del euro, sufrieron el mismo mal que en España. Engordaron repentinamente de la noche a la mañana y apenas encontraréis diferencias entre nuestro país y el vecino. Pero el algodón de Portugal sigue siendo de lo mejorcito que hay. Eso no lo olvidéis.
En cuanto a la parte cultural, ha varios museos, como este Museu do Bombeiro, (¿sabéis que en Madrid también hay uno?) o como el Núcleo Museológico de Valença, donde, me consta, te atienden muy amablemente, a pesar del elemento disuasorio de la entrada. Ejem.
Pero a mi, una de las cosas que más me fascinó de esta encantadora villa fueron los contrastes, el colorido, las calles repletas de souvenirs y de toallas de número infinito que te miran al pasar y te cantan a ritmo de fado un lastimero "cómprame". Y es que es un pecado, venir aquí, y no comprar algo, sea lo que sea.
Toallas y sábanas expectantes.
Detalle de una de las fuentes.
Gaviota sacrílega.
Floridas escaleras de una casa particular.
¡Hasta las cabinas de teléfono son monas!
Anticuario colindando y mezclándose con tienda de ropa.
Pon un gallo en tu vida.
Espacio en blanco para que comentes tú, querido lector. Yo me quedé sin palabras.
Y pasamos a la arquitectura. Si hay una ciudad bella en este mundo es Lisboa, la capital de Portugal. Pero no queremos hacer menosprecio a ninguna otra ciudad o pueblo porque vayamos a donde vayamos siempre hay algo hermoso, típico o curioso cuando menos.
Linda casita amarilla.
Azulejo típico.
Escudo de casa señorial.
Más colorido en las calles.
Rincón de fucsias.
Y si resulta que os gusta tanto el pueblo que os apetece pasar la noche en él, ¿dónde quedarse a dormir? Valença tiene una especie de Parador, la Pousada de S. Teotónio, Pousada San Teutónio, así que si no os queréis exprimir los sesos pensando y buscando, ésta siempre es una buena opción.
Mojón que indica que hay pousada cerca.
Y para terminar, hay que comer. En Portugal la carne es una delicia y tendréis en Valença muchísima oferta para comer, tanto dentro de la Fortaleza, como este moderno restaurante...
Filete, huevo y jamón cocido a la plancha, patatas fritas, tomate y perejil.
Antes de terminar, una última recomendación. No dejéis nunca de comprar en Valença sus riquísimos bolinhos, unos bollitos de pan que veden en una panadería fuera de la Fortaleza y que son ideales para combinar con queso y embutido. Y nada más, amantísimos lectores. Nos vemos "next week" ya de regreso. Sólo me resta desearos muy feliz fin de semana tanto en España, como en Portugal y en todos los demás países de nuestro querido mundo. ¡Un beso muy grande!
Sylvie Tartán.