Revista Opinión
Sumida en el escándalo de los abusos a menores, la Iglesia católica no da abasto con sus indemnizaciones multimillonarias, desmentidos y peticiones de perdón a gogó. “¿Quien tiene la culpa –se pregunta César Calderón, en su blog Netaratón 3,O– de los abusos a menores cometidos por sacerdotes a lo largo y ancho del mundo? La Iglesia católica ha iniciado una profunda y seria investigación y ya han hallado a los primeros culpables:
1.- “Para el Obispo de Tenerife, los culpables son los propios menores, ya que ‘Hay menores que desean el abuso e incluso te provocan’
2.- “Para el secretario de Estado del Vaticano, algo así como su primer ministro, la culpa la tienen los gays, en general
3.- “Para el Obispo de Chiapas, en cambio, los culpables son los medios de comunicación porque ‘No es fácil mantenerse en el celibato y en el respeto a los niños por culpa del erotismo en los medios’.
“Se espera –añade César Calderón–, que en breve, Benedicto XVI haga unas declaraciones, declarando que la culpa de todo la tiene Yoko Ono”
Claro que Joseph Ratzinger, el mismo que, en su época de cardenal, declarara que “la Inquisición fue un progreso porque, desde entonces, nadie podía ser condenado sin una investigación”, hoy es un hombre anciano, cargado de responsabilidades y con todo el peso del papado. El pasado viernes cumplía los 83 años y el domingo conmemoraba el quinto aniversario de su pontificado, cuajado de polémicas, escándalos y contestaciones de todo tipo, especialmente por su gestión de los casos de pederastia ocultados y aireados en la prensa. Desde el caso Marcial Maciel a los abusos organizados en Irlanda, Estados Unidos, Australia, Alemania, alguno de los cuales implica, por omisión, al propio Papa. El propio Vaticano reconoce que, desde 2001, ha tenido 3.000 denuncias de abusos. Cinco años de gestión papal con sombras y declaraciones desafortunadas que muestran cada vez más su intención de retornar a una Iglesia anterior al Concilio Vaticano II. El perdón al grupo ultraconservador de Lefebvre, el inmovilismo en lo referente al celibato, la insistencia en negar el sacerdocio de la mujer y los métodos anticonceptivos son sólo unos ejemplos de su política.
¿Algunas de sus frases del Papa Clemente XVI que han provocado más escándalo y preocupación? La pronunciada en la Universidad de Ratistona: “Mahoma no ha traído nada novedoso, excepto la orden de extender la fe mediante la espada”; la aprobación de las misas en latín; el levantamiento, en enero de 2009, de la excomunión a los obispos tradicionalistas, justo en el momento en que uno de ellos, Richard Williamson, condenado por un tribunal alemán, negaba el Holocausto; la intención de beatificar a Pío XII, denunciado por su silencio ante el exterminio nazi. Pero, sobre todo, la postura de la Iglesia sobre el sexo, el aborto o los métodos anticonceptivos. Su declaración, durante su viaje a África, de que el sida “no se combate sólo con dinero, ni con la distribución de preservativos, que, al contrario, aumentan el problema”…
Ante la visita relámpago a la isla de Malta –empañada por la presencia de varios carteles en los que se pintó un bigote nazi al retrato del Pontífice, se le llamó “pederasta” y 45 curas acusados de pederastia siguen sin ser condenados–, el Papa reconoció que “la Iglesia ha sido herida por nuestros pecados”. Suponemos que se refiere a los cometidos por su clero. Y Paul Cremona, arzobispo de Malta, afirmó, durante el saludo de Ratzinger: “La Iglesia debe saber reconocer sus errores y no puede, ante los cambio de la sociedad, seguir anclada al modelo al que hemos estado acostumbrados durante décadas”. Otros obispos, como los españoles y latinoamericanos que se reunieron este fin de semana en Murcia, continúan aferrados al pasado, prefiriendo ocultar y silenciar estos y otros casos. Y la Iglesia sigue medio sumergida por sus propios escándalos.