Se suele decir que una imagen vale más que mil palabras. Tal cosa puede ser cierta en algunas ocasiones.
De las 8 fotografías que la Casa Blanca ha pasado a la prensa, las expresiones de los allí presentes, viendo (quizá en directo) la muerte decretada de Osama Bin Laden, expresan cualquier cosa menos la supuesta alegría de estar haciendo o que se haya hecho justicia, o desde luego algo más que el posible temor por lo que les pueda suceder a los ajusticiadores.
Entiendo que -según los puntos de vista- se pueden leer en esos rostros un corto abanico de pasiones y sentimientos, sin sombra de alegría, ni en el durante ni tampoco en el después de los hechos decididos y ejecutados.
No hay que ser muy mal pensado para ver una breve gama de sentimientos que rodean la expresión de implícita culpabilidad al ver ejecutándose y luego ejecutado lo previamente decretado por políticos y militares, sin detención ni juicio legal previo: la muerte en directo de Osama Bin Laden en un país soberano al que ni se informa del asunto.
Nadie parece sentirse orgulloso y feliz de lo hecho, en estas imágenes pasadas por la Casa Blanca a la prensa. Personalmente, no festejo esta muerte de Osama Bin Laden.