Raúl Castro y Hollande en la Habana en mayo de 2015.
Foto: Granma
Salidos de un sombrío y obligado ostracismo, añejado en la Guerra Fría, varios contrarrevolucionarios radicados en Francia buscan apalancarse ante los enemigos de Cuba y encontrar visibilidad mediática –siempre bendecidos y financiados desde Miami por la ultraderecha más recalcitrante– para alimentar en el país galo las campañas mediáticas contra nuestra Revolución. Viejos camajanes y oportunistas, solidarios con criminales y terroristas, en plena desconexión con la realidad cubana, se suman a la guerra ideológica cuyo propósito es crear las condiciones para propiciar una intervención norteamericana en Cuba.
Hollande con Fidel: "Tuve frente a mí un hombre que hizo historia". Foto: AP
Para ellos el diálogo civilizado no es una opción. Tampoco lo es el respeto a la autodeterminación de las naciones. Para ellos el discurso político se apoya en la fuerza y en el chantaje, en la distorsión manipulada de la realidad y en la imposición de cambios mediante la subversión y el injerencismo. Son los mismos que se posicionan en posturas encaminadas a obstruir el proceso de acercamiento diplomático entre EEUU y Cuba, los defensores a ultranza del criminal bloqueo contra nuestra Patria y de mantener todo el tinglado de leyes y esfuerzos de todo tipo para destruir nuestra gobernabilidad a su antojo. De la misma forma pujan desesperadamente por entorpecer el diálogo entre Cuba y la Unión Europea.Esos mismos oportunistas, descolocados y aislados ante la marcha de procesos de acercamiento diplomático con Cuba, han reaccionado exasperadamente ante la próxima visita a Francia del compañero Raúl, haciendo también blanco de sus críticas llenas de impotencia al mandatario galo Françoise Hollande. Les duele profundamente el diálogo respetuoso iniciado y en pleno desarrollo entre las dos naciones. Si la visita de Hollande en mayo pasado les irritó, aún más lo hace la anunciada visita de Raúl los próximos días 1 y 2 de febrero del presente año.
Les resulta sin dudas dolorosa “la enorme importancia geopolítica” que Francia le concede a Cuba en el marco de las relaciones internacionales en la actualidad, al reconocer la parte gala “que Cuba tiene una importancia que va mucho más allá de su demografía y su geografía.” Es para Francia “un poco la clave de bóveda, la puerta de entrada en América Latina”, según manifestó a EFE Jean-Pierre Bel, enviado personal del presidente francés para América latina y el Caribe.
Sobre el tapete de su histérico enfado está la mal disimulada preocupación ante las crecientes inversiones de la Unión Europea en Cuba y los avances registrados en las conversaciones en curso para llegar a un acuerdo de diálogo político y de cooperación, especialmente luego de que ambas partes anunciaron que esperan, en el mes de septiembre de este año, concluir las negociaciones con la mayor brevedad posible y dejar atrás, de esta forma, la llamada “posición común” europea con respecto a Cuba.
La actual campaña iniciada en Francia por estos contrarrevolucionarios, y sostenida en EEUU, para deslucir la visita del presidente cubano al país galo, está condenada a un estrepitoso fracaso. Contra ella está la legítima intención de ambos estados de desarrollar aún más el nivel de sus relaciones bilaterales, apostando por una nueva era en las relaciones entrambas naciones. Desde luego, es un claro mensaje para las otras naciones europeas sobre la importancia geoestratégica de incrementar sus vínculos con Cuba.
La infamia, pues, aísla aún más al oportunista y al provocador, encerrándolo en su propia trampa. Un Raúl optimista y sereno, llevará al pueblo francés el cálido abrazo de los cubanos. Eso nadie lo evitará.
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