Revista Cultura y Ocio

Una joya de la mitografía ("La luna, símbolo de transformación", de Jules Cashford)

Publicado el 26 noviembre 2018 por Elinfiernodebarbusse

Una joya de la mitografía (

En verdad -muchas veces me lo pregunto-, no sé por qué me atrae tanto la mitología. Debe ser -y esto lo siento como algo inconsciente-, porque en ella encuentro una nada despreciable porción de verdad. Verdad sobre el ser humano y su relación con el mundo que habita. Verdad sobre cómo el hombre ha construido realidades a partir de metáforas. Verdad sobre cómo detrás de cada una de esas metáforas (o mitos) hay un miedo, un anhelo o un abismo ante el vacío. Sí, definitivamente se comprenden muchas cosas sobre nuestras neuras a través de los mitos. Lo expresa bien esto Jules Cashford en este descomunal libro sobre la luna que acaba de publicar Atalanta: "Uno de los descubrimientos de la psicología en el último siglo ha sido el de mostrar que los mitos estructuran nuestro pensamiento, tanto si somos conscientes de ello como si no. Todos nosotros, en cuanto especie, cultura e individuos, tenemos un relato sobre el mundo en que vivimos, el lugar que ocupamos en él y el propósito que nos guía. [...] Lo que los mitos tienen en común es que siempre son construcciones de la psique humana. Deben serlo, porque el mundo no es un hecho dado, sino algo que habitamos por medio de la interpretación".


¿Y cuál es la interpretación fundamental -cabría preguntarse- asociada con el mito de la Luna? La de la muerte y el renacimiento. Las gentes del pasado remoto percibían el crecimiento y la mengua del satélite como el desarrollo y la agonía de un ser celestial, cuya muerte iba seguida por su renacimiento en forma de luna nueva. De ahí que la Luna ofreciera una imagen visible de esperanza, era, como señala Cashford, "la luz que brillaba en las tinieblas de la psique humana". Se convirtió en un símbolo de transformación.

Se propone -y consigue- Cashford con su libro dos objetivos fundamentales: primero, explorar los mitos, símbolos e imágenes poéticas de la Luna a modo de estudio de la historia de las ideas desde los tiempos de los primeros seres humanos hasta el presente; y, segundo, preguntarse lo que estos relatos e imágenes revelan sobre la consciencia humana. Este último aspecto, claro, es muy importante, porque, como dice la autora, "no sabemos cómo se forja una mitología, ya sea nueva o antigua. Sin embargo, mediante la comparación de mitos de diversas épocas y culturas, hemos aprendido que todos ellos nos revelan nuestros más profundos anhelos y creencias, ofreciéndonos por lo tanto un medio de aprehender y conocer nuestro propio ser".


Es curioso que muchas personas cultas (o, al menos, consideradas como tales) opinen que el mito es una forma de pensar superada por el pensamiento reflexivo, cuando, en realidad, se trata de un pensamiento de carácter especulativo, "el impulso vital y original de la filosofía", en palabras de Cashford. Habría que recordarles a esas personas que el pensamiento reflexivo, lo estrictamente racional, no nos ha sido mucho más útil que lo especulativo para despejar dudas sobre la triple cuestión existencial, esto es, quiénes somos, qué hacemos en este microgranito de arena del universo y dónde vamos después de aquí (si es que vamos). Ni la filosofía ni la mitología, con sus distintos lenguajes, resuelven las grandes incógnitas, es cierto. Tal vez, como decía Virginia Woolf, lo único que consiguen es rascar un poco la cal de la pared. Pero ya sólo el intento, esa cal desprendida, vale mucho, porque expresa nuestro deseo de participación en el mundo, nuestro empeño por alcanzar alguna certeza en relación a qué pintamos aquí.

La luna, símbolo de transformación es un libro enciclopédico, monumental, que nos permite abordar su contenido por una triple vía. Una primera, la más racional y ordenada, sería realizar una lectura del texto principal de la obra, con el apoyo del material gráfico ilustrativo que ofrece. Una segunda vía, más intuitiva y libre, consistiría en leer las más de doscientas imágenes (grabado, dibujo, pintura, fotografía) incluidas en el volumen, y no necesariamente en el orden en que aparecen, para después, y solo después, profundizar en su conocimiento a través de las explicaciones aportadas en el texto. Una última vía emprendería una lectura indirecta (y sumamente interesante) del tema propuesto por Cashford a partir de las citas con que la autora va espigando el discurso de la obra. Y en este sentido, el volumen y la variedad de referencias que Cashford maneja es sencillamente apabullante: abarca el ámbito de la filosofía y de la ciencia, del arte y de la religión, de la literatura y de la arqueología.


No se puede dejar de mencionar la afinidad que la obra de Cashford guarda, tanto desde el punto de vista conceptual como metodológico, e incluso estético, con ese prodigio de libro que es Imagen del mito, de Joseph Campbell, también editado por Atalanta hace algunos años. Y hay una afinidad más entre ambos libros: uno y otro son joyas de la mitografía, compendios de la cultura espiritual del homo sapiens, que es -su trayectoria lo confirma- mucho menos sapiens de lo que se creía.

Precisamente fue Campbell quien afirmaba que uno de nuestros problemas en la actualidad es que no estamos familiarizados con la literatura del espíritu. Nos interesan las noticias del día y los problemas de la hora. Y poco o nada de los valores eternos que están en el centro de nuestras vidas. Sin embargo -decía-, cuando uno envejece, y todas las preocupaciones cotidianas han sido atendidas, y uno se vuelve hacia el interior, si no sabe dónde está o qué es, lo lamentará. Y en este sentido, los mitos han sido, son y seguirán siendo nuestros aliados para relacionarnos con el enigma del ser, con el prodigio de la existencia.


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