Jugadora de Lleida, dando de mamar a su bebé en un descanso de un partido.
La maternidad es casi una utopía para las deportistas en España. Hasta ahora se ha penalizado con la suspensión automática de contratos. De ahí la sorpresa que provocase la imagen aparecida hace unos meses de una deportista dando el pecho a su bebé durante el descanso de un partido o al finalizar una carrera. Se trataba de Irina, de 29 años y jugadora del Associació Lleidatana d'Handbol, club de balonmano de la División de Honor Plata (segunda división). Irina mostró su tristeza por hablar más de esta foto que de los siete goles que metió al Alicante en un partido amistoso antes de comenzar la temporada oficial. Sin embargo, era consciente de la dificultad de ver estas imágenes y la necesidad de normalizar la maternidad en este ámbito, así que celebró que su ejemplo fuera útil para otras mujeres.
Irina fue caminando por la pista, dando el pecho a su bebé, de apenas dos meses y medio, en el descanso, aprovechando el tiempo de charla del entrenador para alimentarlo. “No noto ninguna reacción rara -comentó entonces-. Al contrario, suelo ver sonrisas bonitas y agradables. Le doy el pecho por la calle, en los bares... Sí es cierto que vivo en un pueblo chiquitín de Huesca y la gente intenta apartarse. No acaba de ser del todo natural para ellos. Pero tampoco he sentido rechazo como he visto que ha sucedido a otras mujeres”, explicó a Mamen Hidalgo, de El Periódico. Volvió a jugar a las cinco semanas del parto, como pasó con su anterior hija de cuatro años. “El bebé es muy pequeño, y cada hora y pico pide. Se me hace muy raro que a la gente le llame la atención, pero me alegro de que sirva para concienciar y visibilizar la maternidad en el deporte”.
Procedente de Rumanía, Irina lleva quince años en España, 14 jugando al balonmano, y todavía lamenta las condiciones en las que trabajan las deportistas. “Un año me fui a Gijón, con la ilusión de jugar en Primera, y me encontré con una cláusula que decía que si me quedaba embarazada automáticamente se rescindía el contrato. Les dije que no me parecía normal, pero tenía la ilusión de jugar en esa categoría y acepté. En Rumanía automáticamente te renuevan el contrato si te quedas embarazada”. Luego tuvo a la niña y más tarde volvió a jugar y se sintió privilegiada por las facilidades del club y su pareja. “El equipo entrena a las 9 de la noche, así que sobre las ocho nos montamos los cuatro en el coche y nos vamos al pabellón. Así es muy fácil conciliar, porque tengo la suerte de que mi pareja me acompaña. Normalmente, le doy el pecho a mitad del entrenamiento y de los partidos, y mi entrenador y mis compañeras entienden perfectamente que si escucho llorar a mi hijo tendré que salirme unos minutos”.Con 29 años y dos hijos, Irina no solo afronta las dificultades de ser madre en el deporte, sino también en su trabajo. “Soy arquitecta técnica en un mundo de hombres”. Por eso, y “como feminista”, celebra que un gesto tan natural se viralize: “Me gustaría una mínima igualdad. Ojalá esta imagen sirva para que empecemos hablar de nosotras”.