Revista Sociedad

Una lección de humildad.

Publicado el 05 octubre 2021 por Salva Colecha @salcofa

Llevamos ya más de quince días de volcán en La Palma y lejos de parecer que acaba el asunto cada vez se vuelve más y más virulento. Ya nos lo decían los vulcanólogos, todavía hay para rato y en estas cosas no se puede aventurar nada, el volcán hará lo que tenga que hacer y eso a nosotros, acostumbraditos a los guiones y a ser igualitos que el Rey de El Principito (ya sabes, aquel que era incapaz de ordenar algo que no pudiera ser cumplido) nos pilla un poco a contramano eso de que algo no nos obedezca. Dejando a un lado el desastre económico y humanitario que se ha cernido sobre las gentes que lo han perdido todo, ha de ser horrible quedarte sin nada de la noche a la mañana porque a un volcán se le han hinchado las narices. Eran personas que vivían su día a día hasta que nada más y nada menos que una lengua de lava se lo ha llevado todo por delante. ¡Ni en la peor de las pesadillas! Bueno, dejando aparte la tragedia de tanta gente, de todo esto nos quedarán las impresionantes imágenes que nos regala el volcán y que nos ponen en un cuadradito, en directo, la mayoría de las teles. Puede que este sea el volcán más televisado de la historia, pero también el más analizado. Los científicos se afanan en aprender el funcionamiento de las entrañas de la tierra porque seguimos sabiendo más del espacio que del terruño este que habitamos. Nosotros que hemos sido capaces de acercarnos a Marte y de conseguir una vacuna en tiempo récord para intentar salir de la pandemia no sabemos que ocurre bajo nuestros pies. Pero, párate a pensar. La lección más importante que podemos sacar de esto no la van a descubrir los científicos lo hemos de aprender a la vista de tanto poder de destrucción contra el que nada podemos hacer. La colada se lo llevará todo sin miramientos, sin pensar en si este ayuntamiento es de izquierdas o de derechas, o si en la plantación de plátanos habían trabajando jornaleros de esta u otra nacionalidad. Ante esto todos somos iguales. Nosotros que nos creíamos dioses, todopoderosos y dueños de la creación hemos visto como un bichito nos ha puesto en jaque y ahora como la Tierra es capaz de borrarnos como piojos con solo una erupción volcánica ante la que no podemos hacer más que mirar absortos, alucinados ante tanta fuerza. Han pasado los siglos, hemos evolucionado, nos creemos superiores y no, tampoco podemos hacer mucho más que lo que hicieron en Pompeya. Nada más que intentar aprender la lección que nos está dando la naturaleza, debiéramos aprender que no somos más que unos bichejos que ocupan la superficie y sobre todo, que si nos cargamos el planeta (si no lo hemos hecho ya) nos eliminaremos nosotros mismos porque la Tierra seguirá girando en el espacio pero sin nosotros, como ha ocurrido con tantas especies que ya no están.


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