Revista Opinión

Una mascota muy especial

Publicado el 08 mayo 2018 por Carlosgu82

Hace poco me encontré, navegando por Internet, con una noticia realmente impactante, de esas que no sabes si son realidad o ciencia ficción. Así que antes de valorar dicha información, comencé a investigar, más, sobre el tema. Y, efectivamente, la noticia era tan real como la vida misma.

Pues bien, la historia trascurre en el país Americano de Costa Rica. Allí, un pescador encontró un día, en el río Parismina, a un Cocodrilo, herido de forma muy grave, por un disparo de escopeta, presuntamente realizado por un pastor cercano debido a que el animal se comía su ganado cuando este iba al río a beber. En esta situación, dicho pescador, llamado, Gilberto Shedden, decidió, en vez de dejarlo tirado y moribundo en el río, recogerlo, llevárselo a su casa e intentar curarlo. Y tras un tiempo dedicándole su tiempo, a ese gran Reptil, el cual fue llamado Pocho consiguió sanarlo. De este modo, y una vez el animal podía volver a la libertad, una mañana, en una decisión difícil para Gilberto y su familia, lo devolvió a su hábitat natural. Sin embargo, esta curiosa historia no acaba aquí, y para mayor sorpresa de los protagonistas, a la mañana siguiente, Pocho, había vuelto al jardín de la casa, de Gilberto y su familia, lugar donde había sido cuidado con tanto cariño.

A partir de ese momento, la relación de amistad que se estableció entre el hombre y el animal, un reptil que pesaba más de 400 kilogamos, fue tan fuerte que sólo la muerte los pudo separar. Gilberto jugaba y se bañaba con el cocodrilo en un lago cercano a su casa, los turistas no paraban de llegar al lugar para observar, de primera mano, este gran espectáculo, esa impresionante relación que se había formado entre el hombre y el animal. La labor de domesticación de Gilberto llegó a alcanzar un nivel tan elevado que ciertos científicos creen que esta historia sólo ha sido posible porque la bala, que se alcanzó la cabeza, dañó una parte del cerebro del reptil lo que le hizo perder su instinto salvaje y depredador. Fuera como fuese la historia no ha dejado indiferente a nada.

En animal murió en el año 2.011, a la edad de 50 años, y tras pasar 20 años viviendo con Gilberto y su familia. Su fallecimiento causó gran conmoción en Costa Rica, donde se llevó a cabo un funeral, con capilla ardiente, lugar por el que pasó una gran cantidad de personas. Además, el animal está expuesto en el museo de la ciudad costarricense de Siquirres.

En la actualidad, Gilberto está intentando domesticar a otro Cocodrilo al que ha llamado Pocho II. Sin embargo, los avances al respecto son lentos y las conclusiones habrá que sacarlas a largo plazo. Aunque la mayoría de la comunidad científica coincide en que es muy difícil que consiga el mismo tipo de relación que mantenía con el verdadero Pocho.


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