Las legislaturas tienen una duración de cuatro años y muchas veces las
decisiones que se adoptan en el último año o año y medio son criticadas principalmente
por la oposición, argumentando que se trata de medidas de cara al electorado,
medidas que son tomadas pensando en la reelección.
Y algo parecido es lo que nos estamos encontrando estos días, primero
con la reforma fiscal que el Gobierno del PP ha querido vender como una bajada
de impuestos y segundo con la propuesta de modificación de la administración,
de la forma de elección de los alcaldes y de la reducción del número de
diputados de los parlamentos autonómicos, entre otras.
Y digo yo, si estas medidas que se aprueban o proponen al final de la
legislatura están incluidas en el programa electoral, ¿qué problema hay en que
se desarrollen y apliquen?, porque por esa regla de tres los gobiernos a una determinada
fecha del final de la legislatura, ¿deberían dejar de aprobar normas?
Lo más triste es que los que ahora critican al gobierno popular por
aprobar y proponer estas medidas, tachándolas de electoralistas, cuando han
gobernado han hecho lo mismo. Y es que en este País los políticos, como hemos
dicho tantas veces, siempre están con la calculadora de votos en la mano,
pensando en el corto plazo y en sus intereses que en los de los ciudadanos.
En el tema de la supuesta bajada de impuestos no voy a entrar, porque
me parece a mí que más que una bajada impositiva se trata de una
redistribución, con la intención de recaudar más. Por el contrario si quiero
opinar sobre la propuesta de reforma de la elección de los alcaldes y del
número de parlamentarios autonómicos. Esa iniciativa me parece muy oportuna,
aunque creo que llega tarde; y llega tarde porque en mi opinión requeriría de
un consenso, al menos con el PSOE y de una discusión seria y profunda. Creo que
se trata de medidas necesarias que ya han sido aplicadas en países de nuestro
entorno, pero no ha de proponerse de esa forma. La propuesta debería haber sido
solemne, ante el Congreso de los Diputados y concreta, porque sino da la sensación que se hace por mero interés ante los probables resultados electorales; además creo que no daría
tiempo a llevarla a efecto antes del fin de la legislatura, salvo que se den
tanta prisa y apliquen el mismo estilo chapucero que con la tramitación del
proceso de abdicación del Rey Juan Carlos.
Lo dicho, que aunque creo que es una medida electoralista, también es
una medida sensata y necesaria.
Revista Política
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