“¿Si la luz de las estrellas que vemos ya están muertas? ¿Estamos vivos? ¿O sólo somos la esencia de lo que fuimos viajando en el espacio?”
La noche es una fuente de preguntas.
La oscuridad nos muestra el universo con un color enigmático: el del tiempo. El acto de mirar el espacio con la incertidumbre de no saber qué es real y qué fue pero ya no es más. Qué estrella está en nuestro presente o cual existió hace mucho, qué ocupa ese lugar que estamos mirando en este preciso momento.
¿Y si alguien estuviera justo en este momento a mil años luz mirando el universo y se fijara en un puntito pequeño que es la tierra? ¿Estaría mirándonos a nosotros? ¿O miraría un planeta con una sola masa terrestre y un calor insoportable? Esa sería su mirada y su verdad, entonces ¿qué somos nosotros?
El universo desde Boñar. Foto: Sara Gordón
La vía láctea. Foto: Sara Gordon
“Si abrimos los brazos todo lo que podemos y consideramos que toda la historia del universo es de la punta de un dedo a la otra punta, toda la historia de la civilización humana se eliminaría en un momento si se pasa una lima por una uña. Así de insignificantes somos en el tiempo, y somos igual de insignificantes en el espacio. Y esto hace todavía más increíble que seamos capaces de descubrir estas cosas, que seamos capaces de medir el tiempo y el espacio, y de medir lo insignificantes que somos: es un reto que deja sin aliento. Y creo que fue Albert Einstein el que dijo que “lo que menos se entiende del Universo es que se pueda entender”. John Gribbin.