Revista Cultura y Ocio

Una mirada diferente a la muerte con El comensal, de Gabriela Ybarra

Publicado el 19 marzo 2017 por Danieldrozadal

Hay veces que ciertos libros te llegan de manera totalmente inesperada o están rodeados de ciertas casualidades o una mezcla de ambos. Con El comensal, primera novela de Gabriela Ybarra, me ha pasado esto mismo.

Pocas veces me pasa que cuando estoy en la biblioteca paseando mi mirada por las estanterías seleccionando posibles lecturas se me acerca una de sus bibliotecarias y me pregunta, con un libro en la mano, si he leído esa obra para a continuación, ante una respuesta negativa por mi parte, recomendármelo e indicando que me agradará al ser un libro especial que no deja indiferente a quien se haya acercado a él. Sabedora ella, no tanto de mis gustos lectores y sí de mi interés por la lectura (básicamente porque cada vez que salgo de la biblioteca lo hago con un buen número de títulos en las manos), tuvo a bien de recomendarme El comensal, una obra de la que no había tenido conocimiento alguno hasta ese mismo momento. Acepté el reto sin apenas dudarlo...

La segunda casualidad tiene que ver con el momento de plasmar mis impresiones lectoras. El viernes, mientras esbozaba algunas notas para intentar plasmar de manera adeudada mis sensaciones con esta breve novela, saltó a los medios de comunicación una noticia de impacto: ETA anunciaba su desarme para el próximo 8 de abril.

¿Y qué relación tiene esta noticia con este libro? En los últimos años ciertos autores se han atrevido a acercarse a temas complejos, poco habituales en la narrativa, como es el de la banda terrorista ETA. Patria, de Fernando Uramburu, es la última de las publicaciones de este acercamiento literario a un asunto complejo, a un tema literario con aristas, pero no la única. Ya en su día publiqué una entrada compartiendo impresiones acerca de una novela gráfica que planteaba el tema del terrorismo de ETA desde una perspectiva diferente. Se trataba de He visto ballenas, de Javier de Isusi.

Una mirada diferente a la muerte con El comensal, de Gabriela Ybarra

A mediados de mayo de 1977 cuatro miembros de la banda terrorista ETA entran encapuchados en casa de Javier de Ybarra, reducen a familiares y empleados del hogar, secuestran a este y casi un mes después, pese a los intentos de sus familiares de reunir el montante económico impuesto por la banda para su liberación (1000 millones de pesetas), lo asesinan.

" A las cinco de la tarde del 18 de junio de 1977 un locutor de Radio Popular interrumpió la emisión para comunicar que Javier Ybarra había sido asesinado y que su cuerpo se encontraba en una pista forestal en las proximidades de Alto de Barazar, en la misma zona que el péndulo de cuarzo del sacerdote había marcado sobre el mapa."

Gabriela Ybarra, nieta de Javier de Ybarra, aborda este suceso, este triste capítulo de la vida de la familia, en El comensal, una novela autobiográfica. Mas, pese a lo que pueda pensarse, no es este hecho luctuoso el motivo principal de esta novela. Parte de este capítulo para afrontar el tema de la muerte, la esencia real de esta singular novela.

El tema de la muerte es otro de los temas complejos difíciles de ver en la literatura, es otro de esos temas literarios que tratados de manera delicada, sin carga de excesivo sentimentalismo, pueden llevar al lector a disfrutar con la lectura, a obtener una mirada más amplia, a percibir de manera adecuada.

Una mirada diferente a la muerte con El comensal, de Gabriela Ybarra

Nacida en tierras bilbaínas en 1983 Gabriela Ybarra publicó en 2015 El comensal, su primera novela.

Parte Gabriela Ybarra de dos sucesos de la historia de la familia, como son el secuestro y posterior asesinato de su abuelo en 1977, seis años antes de su nacimiento, y el f allecimiento de su madre en 2011 como consecuencia de un cáncer, para articular la novela. Y es que El comensal no es una novela, pese a la descripción en la primera parte de esta obra del capítulo del secuestro y posterior asesinato de su abuelo, sobre ETA, sino sobre la muerte y el dolor que supone esta y cómo tanto ella, la autora, como los miembros de la familia afrontan o han afrontado el duelo.

" El primero en desaparecer fue mi abuelo paterno.

La mañana del 20 de mayo de 1977 Marcelina puso un hervidor de agua en el fuego. Aprovechando que el líquido todavía estaba en reposo, cogió un plumero y comenzó a desempolvar la porcelana. Un piso más arriba, mi abuelo entraba en la ducha, y al fondo del pasillo, en donde las puertas formaban una U, descansaban los tres hermanos que aún vivían en la casa.

Al otro lado del umbral, cuatro enfermeros encapuchados se presentaron abriendo sus batas para mostrar las metralletas.

¿Dónde está Javier?, dijo uno. Sacó un arma y apuntó a la chica para que les indicara el camino hasta mi abuelo. Dos hombres y una mujer subieron por las escaleras. El cuarto se quedó abajo,vigilando la entrada de la casa y revolviendo papeles."

" Mi madre tenía un carácter desprendido de los lugares, de los objetos y de su propio cuerpo. Cuando murió, las únicas pertenencias que tuvimos que organizar fueron su ropa y sus zapatos. No había nada más que fuera exclusivamente suyo. Pasaba la mayor parte del tiempo en el despacho de nuestra casa, pero sin embargo, nada de lo que había en este cuarto e pertenecía solo a ella.

La muerte de mi madre resucitó la de mi abuelo paterno. Hasta entonces, para mí el asesinato eran solo unas esposas metidas en una vitrina al lado de las llamas de bronce que mis padres trajeron de Perú. EL tedio de la enfermedad llamó al tedio de la espera del secuestro."

La novela tiene dos partes claramente diferenciadas en cuanto al suceso narrado y a quiénes lo protagonizan, pero con un hilo conductor que traza la historia de la familia a partir de estos trágicos acontecimientos. De lo sucedido a su abuelo paterno habla y escribe desde una visión externa, a partir de retazos de conversaciones con otros familiares, de noticias periodísticas, del peso de la ausencia en la memoria de los presentes, pues Gabriela nació pocos años después del secuestro y posterior asesinato de Javier.
La diferencia radica en esa segunda parte de la novela, pues el capítulo de la enfermedad de su madre y el posterior desenlace lo vive en primera persona, por lo que el proceso de duelo es diferente, el tratamiento de la muerte se produce con matices significativos.
Es esta una de esas novelas que uno debe leer sin distracciones de ningún tipo, releyendo algunos fragmentos para captar la esencia de todo, para entender los motivos de ciertos momentos de dolor, de pesadumbre, para comprender cómo es el proceso de duelo tanto de un sucedo del pasado como de un hecho del presente, para respetar los silencios derivados de ambos sucesos. Sí, la muerte es un tema y un concepto complejo, como ya apuntaba anteriormente, que puede provocar que nos distanciemos de la lectura, pero la manera de tratarlo de la autora, evitando sentimentalismos y florituras emocionales, ha de valorarse. 170 páginas o la demostración de cómo una novela breve puede abarcar en tan poco espacio. Novela autobiográfica breve o cómo ir más allá para reflexionar acerca de la importancia de ver la muerte para asumirla y no verla como algo excesivamente negativo, a pesar que de lo que conlleva el deceso.


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