Duerme con el pensamiento de la muerte y levántate con el pensamiento de que la vida es corta. Proverbio
Creo que quienes caminamos tranquilamente por este mundo pensamos que la conciencia es un capital infinito. Si no nos pasa nada raro seguiremos pensando, interactuando con nuestro alrededor indefinidamente. Al menos asi es en la juventud sana.Sin embargo ver que eso no se da es un golpe duro. Ver la conciencia de una persona como capital finito es una experiencia sorprendente, sobretodo si no se está acostumbrado a ello.En mi sala habia un paciente que sabiamos que estaba mal pero que ignorábamos en que grado lo estaba. La mirada llorosa de los familiares que conocian mejor el caso aumentaba mi sospechas más que nada hacia la presencia de el-que-no-puede-ser-nombrado, Morgoth, el negro enemigo del universo médico (del que hablare en otra entrada). Como rutina de sala, y dado que el numero de estudiantes aumentó de un dia para otro, tuve que ir a entrevistarlo con unos compañeros. Nos interesabae la presencia de una trombosis venosa profunda dado que es un tema de estudio curricular (al mismo tiempo me sugirió la presencia del innombrable). Ese dia, el lunes, charlamos bastante con el señor, cuya mayor dificultad fue que era sordo, y se mostró de un humor excelente. Hablamos de futbol,y de muchas cosas mientras lo interrogamos por su enfermedad, incluso el señor hacia chistes .
Durante la semana cada mañana que entraba a la sala lo veia un poco peor. El oxigeno era permanente, la angustia de los familiares crecia, y ya no lo escuchamos hablar más. No quisimos ir a molestar más a esa gente. El jueves, dia después a mi cumpleaños, llegue por la mañana y lo vi con la mirada perdida, ausente: Ojos sin vida pensé. Pero mis conocimientos aun son debiles para comprender estas cosas (aunque veo que mi intuición no).
La profesora nos mandó a un piso superior a hacer una historia interesante, cuando bajamos ya era la hora de un ateneo y nos fuimos apurados: no nos dimos cuenta de que no estaba en la sala y que lo habian llevado a los apartados. Algunos de nosotros nos quedamos brevemente a escuchar al interno presentar a la jefa un ingreso de la sala. En ese entonces se escucha una exclamación que debe de ser de las más dificiles de llevar a cabo: un familiar clamaba por un médico. Los residentes corren, nosotros seguimos escuchando (nuestra docente asi lo indica). En menos de un segundo se eleva un griterio lastimero y desgarrador. Es el grito de la desesperanza, de la muerte... la hija y la señora del hombre exteriorizaban su perdida. La primera muerte que se da estando presente, aunque no la vi. Parece que el post del otro dia fue predictor. La rapidez del asunto, el traslado a otro lado: esa muerte era esperada con una exactitud inquietante.
Es dificil describir lo que se siente en ese momento. Quizás pena, angustia fisica (más no mental), lo que se es que no me impidió seguir escuchando el caso ni ir al ateneo luego, pero comprometió mi atención en esas instancias y aun lo recuerdo, no se, no viene al caso describirlo. Parece una emoción disociada, un mecanismo de defensa que uso a menudo y el plantearme la idea de lo finito de la vida, y de su expresión maxima (la conciencia) me resulta de lo más interesante al respecto.
¿Saben lo que pienso? Nosotros hablamos con ese hombre en uno de los ultimos dias en que estuvo en este mundo, y estuvo conciente. ¿No habria otras personas con las que quisiera hablar? ¿No habremos desperdiciado el tiempo en que quizá hubiera podido despedirse de su familia? Lo más seguro es que si, pero no encuentro motivos para seguir en esa linea de pensamiento. La vida sigue, la sala sigue, los enfermos estan, el estudio abunda. Ese era solo un caso de los miles en los que no hay solución.
Esta semana fui de guardia dos veces, hice muchas cosas, pero queria dejar esta historia solo para recordarla. Admito que fue una escena que parecia sacada del cine. Un saludo. Nos leemos.
Al palpar la cercanía de la muerte, vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales.
Miguel Delibes (1920-2010) Escritor español.